El honor sube las escaleras del poder
La época de premiar al jefe fue superada
El retorno de los galardones cortesanos —esas medallas que suben por la escalera del poder y bajan por el ascensor del ridículo— aparece por lo menos una vez. La Policía Nacional ha decidido otorgar la Medalla al Mérito al presidente Luis Abinader.
Al mérito, dicen. Pero ¿qué mérito hay en ser reconocido por quienes dependen jerárquicamente de él?
Esa lógica de "premiar al jefe" fue una de las viejas costumbres de épocas superadas. Las instituciones adornaban al superior con la banda, el pergamino o la medalla para congraciarse y ganar simpatías. No hay peor servicio al poder que halagarlo con baratijas simbólicas. Los méritos de Abinader —que tiene muchos— los certificó el pueblo dominicano con dos mandatos consecutivos. No necesita el aplauso de sus subordinados ni la pompa de una ceremonia que huele más a obediencia que a gratitud. Cuando las medallas se otorgan hacia arriba, pierden su sentido y su brillo.
El reconocimiento genuino es el que nace de la independencia institucional. Lo otro es oropel, un eco de los tiempos en que los honores eran moneda de cambio y los méritos, simple decoración. Mérito tiene el presidente al no molestarse con recoger el galardón. Con eso lo dijo todo.
