Votar con uniforme
El derecho que falta en los cuarteles
No anda descaminada la jueza Sonia Díaz. Los militares y policías dejaron de ser una amenaza para la democracia dominicana hace mucho tiempo. Han abandonado el activismo político de los años en que los cuarteles decidían el rumbo del país y los jefes uniformados se confundían con los caudillos. Hoy, forman parte de una institucionalidad que, con sus luces y sombras, ha aprendido a convivir con la civilidad y a obedecerla.
Mantenerlos alejados del derecho al voto es cercenar su ciudadanía. No hay razón democrática que justifique privar de esa prerrogativa a quienes, precisamente, juran defender la Constitución. Otra cosa —y muy distinta— es permitirles hacer campaña o usar su investidura para influir en los procesos políticos. El voto no implica militancia ni propaganda; es, simplemente, la expresión individual de una conciencia ciudadana.
Reconocerles ese derecho no pondría en riesgo la estabilidad institucional, sino que la fortalecería. Sería un paso más en la madurez democrática del país, donde el uniforme no debería anular la voz del ciudadano que lo lleva. Si la obediencia a la ley es su deber, participar en ella debería ser su derecho.
