Prohibido olvidar
La Masacre de Hacienda María
Hay fechas que no admiten el descuido ni la pátina del olvido, como el 18 de noviembre de 1961. En la antesala de la libertad, y en medio de un país que apenas despertaba del miedo, la moribunda dictadura trujillista cometió uno de sus crímenes más atroces: la Masacre de Hacienda María, en Nigua. Allí, en ese amanecer turbio, la maquinaria represiva decidió saldar cuentas con sangre, tortura y sevicia.
Aquel día murieron hombres valientes y, simbólicamente, la última pretensión de permanencia de un sistema construido sobre el terror. Nacieron, al mismo tiempo, ejemplos de dignidad que desbordan las páginas de la historia: Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda, Tunti Cáceres Michel, Modesto Díaz y Salvador Estrella Sadhalá. Cada uno enfrentó la barbarie con una entereza que aún avergüenza a los cobardes y honra a los dominicanos que entienden que la libertad jamás es gratuita.
Recordar el 18 de noviembre de 1961 es una obligación, no un simple acto ceremonial. Las democracias no se sostienen solo con votos, sino con memoria, con la conciencia de lo que costó romper un silencio impuesto a golpes. Y porque, sin esa memoria, siempre existirá alguien dispuesto a resucitar viejas sombras.
Que nunca falte la luz sobre Hacienda María.
