El respeto a la prensa
El rol de la prensa es claro, toca a las autoridades aprender a respetarlo
El trabajo de los periodistas es complicado porque, cuando se hace bien, generalmente irrita a aquellos que no quieren que salgan a relucir algunas cosas y eso no suele ser agradable.
Por un lado, se tiene que hacer la pregunta molestosa y en muchas ocasiones se reciben respuestas desagradables, al tiempo que todo el mundo está pendiente del manejo que se tiene.
Aquellos que son cuestionados, muchas veces, entienden que están siendo atacados, mientras que una posición neutra o que va contraria a los intereses de algún grupo (pero favorece a otros) te puede llevar a ser considerado "bocina".
Las exigencias de imparcialidad y objetividad corren al 1000 % y los errores son tomados como látigos para destrozar a aquellos que osan cometerlos... como si no se tratara de seres humanos, pero se aprende a vivir con eso, día por día.
Agregue ahora que en los últimos años, tanto en el Congreso como desde el Poder Ejecutivo se han promovido legislaciones que buscan limitar el trabajo de la prensa y encontrar la forma de aplicar sanciones con leyes mordazas, leyes de seguridad nacional, leyes de investigación, entre otras y pues todo se complica aún más.
La semana pasada, dos episodios obligan a que tanto los medios como los gremios que velan por los intereses de los periodistas presten atención.
En una actividad en la que estuvo presente la vicepresidenta Raquel Peña, uno de sus guardaespaldas empujó y retorció el brazo de una periodista que hacía una pregunta a la ministra de Interior y Policía, Faride Raful.
La vicepresidenta se dio cuenta, se devolvió y pidió disculpas aunque los ánimos se caldearon. Se ha vuelto común que "guaruras" intenten agredir a la prensa sin consecuencias.
El domingo, un coronel de la Policía Nacional obstaculizó el trabajo del fotógrafo Franklin Guerrero y lo hizo retirarse de un "cordón de seguridad" en el Altar de la Patria. El rol de la prensa es claro, toca a las autoridades aprender a respetarlo.