Apostando a polarizar
Entre popis y pueblo: cómo se repite la lógica de extremos en República Dominicana
Para nadie es un secreto que, en materia política, llevar los bandos a extremos totalmente opuestos suele ser una herramienta eficiente.
Lo hizo recientemente Donald_Trump para ganar las elecciones de los_Estados Unidos sobre Kamala Harris y lo había hecho también cuando derrotó a Hillary Clinton en las elecciones del 2016.
En Brasil pasó lo mismo entre Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva y si continuamos mencionando, no vamos a terminar.
Y la República_Dominicana, aunque en menor grado, no ha sido la excepción.
A Luis Abinader y sus seguidores los tildaron de "popis", para definirlos como ricos y apartados de la realidad del "pueblo" común y corriente.
Y hoy por hoy, con ligeras excepciones, oficialistas y opositores hacen hasta lo imposible (a veces el ridículo) para rechazar por completo la posición planteada por el rival, sin una explicación lógica.
Por un lado, tenemos a los ultra optimistas que no ven nada malo en ningún sitio.
Del otro lado, tenemos a los ultra pesimistas, que apuestan a que todo se vaya al infierno solo para justificar sus existencias y, obviamente, "volver a subirse al palo".
En el medio nos encontramos aquellos que intentamos contribuir a que las cosas estén bien, a pesar de los pesares y por encima de ese pesimismo que tan fácil nos arropa y nos hunde por completo.
Hay cosas por mejorar, claro que sí. Y por corregir, por supuesto. ¿Muchos pensaron que todo se arreglaría por un simple cambio de mando? Sí. Pero la vida no es tan sencilla ni los problemas se resuelven en un abrir y cerrar de ojos, por más que nos vendan esa idea para ganar unas elecciones.
En lo personal, no me gusta la polarización, porque plantea dividirnos en buenos y malos, y nosotros, todos, mezclados, tenemos muchas cosas buenas y muchas malas también, aunque duela reconocerlo.