Crucemos los dedos
El riesgo de un choque entre Estados Unidos y Maduro
Crucemos los dedos para que el choque entre Estados Unidos y Venezuela no termine salpicando a la región ni a la República Dominicana. El ruido de las últimas horas confirma que la crisis venezolana sigue siendo un volcán activo y que cualquier movimiento brusco puede tener repercusiones más allá de sus fronteras.
Maduro no es santo de nuestra devoción. Llegó al poder torciendo la voluntad popular y cargando con una legitimidad inexistente. Sus elecciones no se ganan, se fabrican. Su permanencia descansa en la fuerza, en el miedo y en la maquinaria que heredó del chavismo. La solución, sin embargo, pertenece a los venezolanos y a nadie más. Ellos son quienes deben decidir el rumbo de su país, aun cuando el terreno les sea hostil y el costo de cualquier intento democrático resulte dolorosamente alto.
Nada de eso cambia una verdad evidente. La dictadura chavista ha sido cómplice de redes criminales que saquean el Arco Minero y han permitido que narcotraficantes y grupos irregulares operen bajo su sombra. La devastación ambiental, el éxodo y la ruina económica tienen un origen común: un régimen que se aferra al poder a costa de su propia gente.
Crucemos otra vez los dedos. Un estallido en Venezuela nunca es un problema solo venezolano.
