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Los haitianos: sucesores de los aborígenes y su carácter

Aborígenes, africanos y dominicanos, un debate sobre identidad insular

El profesor Vitriólico estableció en su mente un diálogo con Thomas Madiou.

—Profesor Madiou, —dice Vitriólico—, en su monumental obra titulada Historia de Haití usted expone que los haitianos son los sucesores de los aborígenes de la isla. ¿Acaso desea provocar a los dominicanos?

—Escribo basado en datos —explica Madiou.

—Sí, pero reconozca que utiliza juicios de valor. Por cierto, ¿puede explicarme los intentos que hizo Haití en 1825 para obtener el reconocimiento?

—Con gusto. En todos los círculos se leía con recogimiento la siguiente plegaria, insertada en el Telegraphe, que Haití dirigía a las potencias civilizadas para demostrarles la legitimidad de sus pretensiones.

—Excúseme, en ese año de 1825 Haití tenía sojuzgada a la que luego, en 1844, se convertiría en el Estado soberano llamado República Dominicana, opresión que no concuerda con el sentido de legitimidad ni con el derecho de los pueblos a ser libres.

—Es su opinión—contesta Madiou —. La plegaria dice: "Naciones que me escucháis, fui la madre de los antiguos aborígenes del país... La injusticia y la barbarie han sellado con el sello de la infamia los primeros pasos de los europeos en América... Como mis primeros hijos fueron exterminados, esos extranjeros fueron obligados a cultivar mis tierras, a tener que recurrir a brazos más vigorosos que los suyos...Los hijos de África fueron, pues, condenados a la esclavitud. Esos desgraciados sacaban de mis entrañas, a través del exceso de sus trabajos y tormentos, todos los productos que hacen las delicias del hombre. Yo los compadecí y adopté, a ellos y a sus descendientes. Se convirtieron en mis queridos hijos."

—Señor Madiou, comparar el grado de barbarie de los europeos con el de su pueblo, o de cualquier otro, solo evidenciaría la pobre condición humana. Dígame, ¿por qué los haitianos son los queridos hijos de la isla de Santo Domingo?

—Significa que la isla de Haití al perder a sus verdaderos hijos adoptó a los africanos y sus descendientes e hizo de ellos sus hijos queridos. Esta es la historia. Los africanos son los sucesores de los aborígenes que Colón llamó indios.

—Pues, señor Madiou, la suya me parece una elucubración excluyente, producto de los sentimientos, no de los datos ni de la razón. Le voy a decir que no.

—Señor Vitriólico, no basta con decirlo.

—Igual le digo a usted, señor Madiou. La declaración dominicana de separación de Haití afirma: Si queremos remontarnos a los primeros años del descubrimiento del inmortal Colón, veríamos que nosotros, habitantes del este, tendríamos más derecho de mandar en el occidente (Haití) que el occidente de regirnos.

—Vitriólico, ese es un simple documento histórico.

—Si, Madiou, pero de ahí se deduce que, si los aborígenes tuvieron sucesores serían los descendientes de aquellos pobladores que convivieron y se mezclaron con ellos; es decir los actuales dominicanos, no los haitianos que llegaron después y se aferraron a su condición racial excluyente.

—Es un asunto sujeto a interpretación— responde Madiou.

—Le reitero, Madiou, que es cuestión de carácter. El nuestro es franco, lineal. ¿Y el suyo? —inquiere Vitriólico.

—¿Adónde quiere llegar con esa pregunta?

—En su libro usted lo admite. Dice: La última parte del informe (solicitado por Boyer al Consejo de Estado) coincide a la perfección con el carácter nacional (haitiano). Los ciudadanos que expresan una opinión sobre un acto que ni siquiera han leído, que solo conocen verbalmente un acta de esa importancia que no exigen que les sea comunicada, eso les es indiferente; que se acepte tal y como está redactada, no importa; en su fuero interno no se comprometen a nada. Si esa acta les molestara, a pesar de su aceptación libre y voluntaria, dispondrán de la fuerza y de los medios para no ponerla en marcha.

—Sí. Lo escribí yo— concede Madiou —. No somos perfectos.

—Nosotros tampoco— consiente Vitriólico—. Usted narra que un viejo compatriota le decía que, en su opinión, "se debería permitir a los blancos comprar inmuebles en Haití, que no habría ningún inconveniente; que cuando hubiéramos acabado de agotar el precio de las propiedades que libre y voluntariamente les habríamos vendido, solo teníamos que desposeerlos y retomar nuestros bienes."

—Lo escribí. No puedo negarlo.

—Respetado profesor Madiou, ese es el carácter haitiano que mina la confianza y relaciones entre nuestros pueblos. Tal vez el tiempo sea capaz de reconducirlas por caminos de conciliación y respeto. Estoy seguro de que el pueblo dominicano está dispuesto a cooperar a plenitud con el desarrollo del suyo.

El profesor Vitriólico estableció en su mente un diálogo con Thomas Madiou. —Profesor Madiou, —dice Vitriólico—, en su monumental obra titulada Historia de Haití, usted expone que los haitianos son los sucesores de los aborígenes de la isla. ¿Acaso desea provocar a los dominicanos?

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Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.