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30 de Mayo, inmortalidad

Loor a los héroes, la gesta que cambió la historia

Dentro de pocos días se cumplirán 64 años del ajusticiamiento de Rafael Trujillo Molina, ocurrido al borde de las aguas azules y embravecidas que bordean el malecón de Santo Domingo.

Les comparto la confesión que recibí de un personaje extraño. Opté por compartirla:

"-Confidencias ha habido -dice-. Ahora se sabe lo que antes no se supo.

-¿Y qué se sabe ahora que no se supiera antes? - se escucha el trinar de una voz.

La escena transcurre alrededor del monumento a los héroes del 30 de Mayo.

-Las aguas marinas del litoral Caribe -susurra el viento-, fueron cómplices de la concreción del proyecto de liberación cuyo día estelar fue el 30 de mayo de 1961.

La afirmación cae como una losa pesada sobre el pavimento gris.

-¿A quién se le ocurre semejante intriga? - dicen las golondrinas al escucharla.

En el horizonte se observa el veloz recorrido de las aves que en su vuelo circundan el costado salino del monumento, evocador del terror que tanta aflicción y luto causó.

-No es intriga - insiste el viento con ligero parpadeo -. Las olas, al estrellarse sobre los acantilados con grávido estruendo, ocultaron, con premeditación, el ruido de la explosión de la pólvora.

-¿De verdad que sí? -preguntan las gaviotas, sin creer lo que escuchan.

-Sin duda alguna -remarca con fuerza el viento -. Tal vez algún día se escriba una oda a esas empinadas olas: formaron parte de la logística del magnicidio.

No le hacen caso. Por eso, profundiza en el misterio.

Es similar -agrega-, a la actuación que el 26 de julio de 1899 protagonizó la guásima solitaria situada en una calle de Moca: con el súbito movimiento de ramas y hojas, sin que soplara el viento, alertó a los conjurados sobre la presencia del tirano, quien cayó ajusticiado al pie de su vasta copa. Dos alas de un mismo pájaro, Lilis y Trujillo.

-¡Qué prodigio de imaginación! - proclaman las golondrinas.

El viento, burlón, responde: -Las olas alentaron a los conjurados con las caricias de sus tenues gotas que colocaron con amoroso y tenue impulso sobre sus sienes. Los fortalecieron en la tensa espera del acto heroico. Y luego, con su ensordecedor derrame sobre los afilados acantilados, atenuaron cualquier ruido. Ampararon el magnicidio de presencia indeseable.  

Y así -se solaza el viento en proclamarlo-, fue doblegado el tirano que ensangrentó la patria, hundió al pueblo en el charco hediondo de la idolatría y del chivateo entre hermanos; erosionó la autoestima, agravió, retorció, torturó, robó, lo mantuvo en vigilia, temeroso de su maldad y avidez de riqueza.  

-¡Ah! - reflexionan las gaviotas-. En el malecón, en el monumento lúgubre, está representada la bestia en encarnación espantosa de su espíritu, para escarmiento de aquellos que sueñan con entronizarse e imponer su calaña totalitaria.

El ambiente se torna tenso. La atmósfera, congelada.

Si, pero falta algo - el viento emite un sonido de navaja-. Y es importante.

-Todo está dicho- murmuran en voz baja las gaviotas al planear en picada.

-No lo está -replica enfurecido, lanzando bocanadas de estrépito que revuelven la marea.

Una del bandado, se atreve a preguntar.

-Si acaso falta algo, dinos entonces qué es.

-Falta institucionalizar la gesta con la solemnidad que amerita. Reconocer, divulgar, convertir en credo el amor a la libertad como antídoto a los autócratas, enfermos y beodos del poder que anidan en el monte de los cuervos, como los chivos sin ley".

Cumplo con compartir esa extraña confidencia.

A 64 años de aquel hecho trascendente es hora de reconocer que el 30 de Mayo fue el inicio de la más larga época de crecimiento cultural, intelectual, material, social, político que ha vivido la nación; de ponderar que con su intrépido arrojo sus integrantes alimentaron el caldo de otras hazañas legendarias.

Los patriotas que enarbolaron el trabuco de la redención fueron veintiún robles de estirpe ciclópea. En sacrificio sublime lo dieron todo por romper las cadenas que atenazaban al pueblo dominicano.

De ellos, siete sobrevivieron a la furia de los remanentes de la tiranía. Los otros catorce cayeron abatidos o fueron asesinados en las inmundas celdas de torturas del régimen. De estos últimos nadie sabe en qué lugar reposan sus restos. Quedaron sumergidos en la tiniebla espesa del silencio cómplice, desaparecidos quizás para siempre con el propósito de que nadie pueda enjugar sus lágrimas sobre una tumba que los guarde con celo, darles un postrer y amoroso adiós. 

Ellos, los integrantes de la gesta, son símbolo que unifica: encarnan el valor de la libertad.

Loor a los héroes y mártires del 30 de Mayo.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.