Senasa y la cobertura
El dilema de Senasa, más afiliados, mismo déficit
En la palestra surgen temas casi por moda. Algunos alimentan morbos, encienden estados de opinión. Otros dan municiones al arsenal político: se utilizan para arremeter contra el adversario, casi nunca para corregir entuertos. En muchas ocasiones se desvanecen tan rápido como aparecen.
Semanas atrás subió al escenario del entretenimiento el tema del déficit de Senasa. La preocupación es legítima. Las instituciones no deben funcionar con déficit, aunque haya algunas que los acumulan, ya por costumbre. Procede examinar las causas de los faltantes y poner en marcha las correcciones.
Un repaso superficial a las cifras indica que Senasa ha tenido déficit en períodos de gobierno distintos (Leonel, Danilo, Abinader). El asunto, pues, no es nuevo, pero su mayor monto ha sido contraído en los últimos años.
Lo anterior tiene una explicación (no justificación): a partir del ascenso al poder del presidente Abinader se aumentó significativamente la cobertura de afiliados al régimen subsidiado, alcanzando en 2024 la cifra de 5,717,259 (alrededor de la mitad de la población dominicana), en comparación con 3,726,262 en 2019. Es decir, se produjo un aumento de algo más de dos millones de afiliados, o del 54.2 %.
Este es un logro extraordinario, con los matices que corresponden. En estos momentos la población dominicana prácticamente está cubierta en sus necesidades de disponer de un carnet de seguro de salud, ya sea en la parte subsidiada o en la contributiva.
Por eso se entiende el tono de las palabras pronunciadas por el presidente Abinader, cuando dijo que "Lo más importante es que nunca faltará cobertura de Senasa, ni en el régimen contributivo ni en el subsidiado, para los dominicanos y las dominicanas, mientras yo sea presidente... Senasa no es un negocio; Senasa es una misión, parte de las políticas públicas de salud. Es una institución pública con un profundo compromiso social, dedicada a proteger la salud y la vida de todos los dominicanos".
Y, en verdad, no solo ha aumentado sustancialmente la cobertura del segmento subsidiado a cargo del Estado, sino que también se han hecho transferencias récord para cubrir parcialmente el déficit, por más de dos mil millones de pesos en 2023, y algo más de tres mil millones en 2024.
Es un esfuerzo loable que debe ser reconocido, aunque no suficiente. La gente dispone de un seguro, pero no cubre satisfactoriamente sus necesidades de salud.
En busca de paralelismo viene a la mente lo ocurrido con la educación: el interés se colocó en incrementar la cobertura, la inscripción de los alumnos en las escuelas. Y ese esfuerzo se coronó con éxito. Pero no se completó. Ni los recursos ni la atención se orientaron con énfasis hacia el aprendizaje, que es lo importante. De ahí los pobres resultados que arroja el sistema.
Con Senasa pasa lo mismo. Se aumentó la cobertura, pero no se incrementó en la medida requerida la transferencia mensual o cápita que la tesorería de la seguridad social remite al organismo con recursos del gobierno. Eso implicaría mayores aportes para cubrir las necesidades de cada afiliado.
Y esa cápita debería tender a igualar la del sistema contributivo, ya que los dominicanos menos favorecidos tienen derecho a recibir servicios de salud de calidad similar. Mientras no se haga tendremos un sistema diferenciado, no en la cobertura, pero si en la calidad del servicio.
La solución no es que el gobierno haga transferencias para cubrir el déficit (convertir la excepción en norma), sino que aumente la cápita para eliminarlo, aparte de que podrían hacerse ahorros mejorando la eficiencia. Y, cuando se agote ese camino queda la opción de revisar la cotización para todo el sistema.
Otro tópico importante es el del costo de los medicamentos, muy abultado. El negocio farmacéutico parece estar en auge, si nos llevamos de los signos visibles y de la agresiva competencia entre cadenas de farmacias. Enhorabuena.
Cuando a un paciente aquejado por graves problemas de salud se le receta medicamentos de marca, lo primero con que tropieza es con que no aparecen, y cuando los hay sus precios son prohibitivos. La angustia termina enfermando a la familia entera por la dificultad de solventar el costo de adquirirlos.
Hay que asegurar que la población tenga acceso a los medicamentos al menor costo posible y que haya disponibilidad. Por eso convendría aumentar el alcance de la provisión pública en base a genéricos de calidad comprobada, al tiempo que se busca un acuerdo con las cadenas de farmacias para que moderen su apetito con los medicamentos de marca, dada su naturaleza de servicio público.