×
Compartir
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Juegos
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales

Un consumidor preocupado

Las encuestas de la Universidad de Michigan revelan un deterioro en las expectativas de los estadounidenses sobre la situación económica

El consumidor es un agente económico fundamental, ya que su demanda representa la mayor parte del producto interno bruto (PIB). Por ello, sus expectativas influyen de manera significativa en la definición de políticas y en la evolución futura del desempeño económico.

Las encuestas de la Universidad de Michigan revelan un deterioro en las expectativas de los estadounidenses sobre la situación económica. El índice de confianza del consumidor cayó por tercer mes consecutivo, al contraerse un 11.9% en marzo respecto al mes anterior y ubicarse en 57.

Esa disminución refleja una percepción creciente de empeoramiento de las condiciones de empleo, ingresos y bienestar. La evidencia empírica avala la estrecha relación entre caídas bruscas del índice de confianza y episodios de recesión.

Por otro lado, la inflación esperada para los próximos doce meses se situó en marzo en un 5%, muy por encima de la meta de la Reserva Federal del 2 %.

Más preocupante es que la tasa de inflación prevista de largo plazo alcanzase el 4.1 % en marzo, su nivel más alto desde febrero de 1993, lo cual indica el debilitamiento en el anclaje de las expectativas.

Ese vertiginoso aumento puede atribuirse al impacto de la incertidumbre que genera la errática e imprevisible política arancelaria de Donald Trump. Los datos registrados a febrero de 2025 muestran la persistencia en la variación de los precios.

La tasa de inflación del mes pasado, medida por el cambio relativo del índice de precios de gastos de consumo, se situó en términos interanuales en un 2.5 % y en un 0.3 % respecto a enero.

Por su parte, la inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y de los combustibles, y guarda una sólida vinculación con la política monetaria, alcanzó un 2.8 % interanual y un 0.4 % respecto al mes de enero, equivalente a una variación anualizada de un 4.9 %.

Ante esos datos, el mercado prevé que la Reserva Federal mantendrá, hasta la reunión del 18 de junio, la tasa de interés de referencia en el rango del 4.25 % al 4.5 %. 

No obstante, las autoridades monetarias, que redujeron recientemente el crecimiento económico proyectado y elevaron la inflación estimada, evaluarán con mucha cautela la información futura sobre las condiciones de los mercados de bienes y de trabajo para evitar la adopción de decisiones precipitadas que estimulen el proceso inflacionario.

Austan Goolsbee, presidente de la Reserva Federal de Chicago, reconoció recientemente, en el Financial Times, la preocupación que se origina cuando suben las expectativas de inflación de manera significativa, como ha sucedido en los dos meses recientes.

Goolsbee, también profesor de Economía de la Universidad de Chicago, afirmó que "cuando hay polvo en el aire, esperar y ver es el enfoque correcto cuando te enfrentas a la incertidumbre."

La consistencia a lo largo del tiempo en el manejo de la política monetaria, que podría incluso hacerse más restrictiva, es clave para mantener ancladas las expectativas de inflación a largo plazo.

El presidente Trump está dificultando el trabajo de la Reserva Federal. La semana pasada anunció la imposición de un arancel del 25 % sobre las importaciones de vehículos y componentes de automóviles.

La medida, que entrará en vigor el 2 de abril, incluirá a México y a Canadá, a pesar de que ambos países tienen un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.

El nuevo arancel afectará negativamente al consumidor estadounidense, que deberá pagar un precio más elevado por los vehículos; perjudicará al fabricante extranjero, el cual verá reducido su margen de beneficios y su volumen de demanda; y, debido al incremento de los costos de importación de sus componentes, el fabricante estadounidense de vehículos perderá competitividad y rentabilidad.

La noticia provocó la caída inmediata no solo del precio de las acciones de los fabricantes de vehículos, sino de todo el mercado bursátil de Estados Unidos. Entre la apertura del jueves y el cierre del viernes de la semana pasada, el Dow Jones retrocedió 871 puntos, equivalente a un descenso de un 2.1 %.

En esos dos días de operaciones bursátiles, el S&P 500 disminuyó un 2.3 % y el Nasdaq, que agrupa las principales empresas tecnológicas, cayó un 3.2 %.

El índice de volatilidad, el VIX, que refleja el nerviosismo del mercado de capitales, subió un 18 % y cerró el viernes en 21.7, cuando su nivel habitual es 15.

En contraste, el precio del oro, que es un bien considerado como refugio de valor, se ubicó en torno a los 3,118 dólares por onza troy.

El 3 de abril, Trump anunciará los "aranceles recíprocos" que impondrá a todos los países que comercian bienes con Estados Unidos. 

Su política arancelaria, junto a los despidos en el gobierno federal y las deportaciones, sigue acentuando el grado de incertidumbre, lo que eleva la probabilidad de que el PIB de la economía más grande del mundo arroje una variación negativa.

Alan Blinder, profesor de Economía de la Universidad de Princeton, publicó hace unos días un artículo en el Wall Street Journal en el que sostiene que la probabilidad de que Estados Unidos entre en recesión pasó de casi cero al inicio de año a situarse entre un 50 % y un 60 %.

Por su parte, la Reserva Federal de Atlanta proyecta, mediante la metodología "Nowcasting," que la variación del PIB en el primer trimestre de 2025 será de un -2.8 %.

Otras fuentes que evalúan datos de ventas, producción industrial y empleo sugieren que en el primer trimestre habrá un mejor comportamiento; sin embargo, la variación proyectada del PIB -alrededor de 0.4 %- sigue muy baja en comparación con el desempeño histórico de la actividad económica estadounidense.

La caída del índice de confianza del consumidor, el aumento de la inflación esperada y la percepción de un deterioro en la capacidad de generar ingresos laborales pueden provocar el descenso de la demanda agregada privada y una contracción del flujo de efectivo en los negocios.

Esto acentuaría el descenso del precio de las acciones y reduciría la riqueza financiera, lo cual, a su vez, frenaría el consumo de bienes y servicios. El resultado sería una recesión económica, acompañada de un incremento en los precios y una reducción del bienestar.


TEMAS -

Economista y matemático. Graduado de la Universidad de Chicago y doctorado en Economía de la Universidad de Barcelona. Profesor de Economía Matemática.