El mundo revuelto y hambriento
La contradicción global, gastar en defensa y olvidarse del hambre
¿El mundo se está volviendo loco? No. Los líderes mundiales están perdiendo el juicio, que es muy diferente.
El mundo está muerto de hambre mientras los gobernantes de los países ricos discuten cuántos miles de millones de dólares invertirán en defensa para evadir la agresión de sus pares, quienes, a su vez, piensan lo mismo de los otros.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, alemana, hija de una familia noble de Alemania que hizo su fortuna traficando e industrializando seda, tiene siete hijos nacidos entre 1987 y 1999. El mayor tiene 37 años y la menor, 21. En sus 66 años de edad, ni ella ni sus siete hijos, al igual que su esposo, han conocido la desgracia del hambre.
La señora Von der Leyen está interesada en que el gasto de los países europeos en defensa haya pasado de 200 mil millones de euros antes de la invasión rusa a Ucrania a 320 mil millones. Pero, según ella, habrá que buscar mucho más para reforzar las capacidades propias de las fuerzas armadas europeas y seguir sosteniendo la defensa de Ucrania, tanto si la guerra con Rusia se prolonga como para una paz que deberá asegurarse con garantías. Y está claro que la garantía la dan las armas.
Pero con armas no se labra la tierra ni se produce alimento. Tampoco generan agua ni sirven para otra cosa que no sea quitar la vida a seres humanos o dejarlos inútiles para siempre. Sin embargo, sí enriquecen a quienes las fabrican y las venden.
De esos miles de millones, ni un dólar será invertido en mitigar el hambre que padecen alrededor de 733 millones de personas, lo que equivale a una de cada once en el mundo y a una de cada cinco en África, según un informe publicado recientemente por cinco organismos especializados de las Naciones Unidas.
Ese mismo informe, presentado en Brasil en la reunión de ministros del Grupo de Acción del G20 para la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza, dejó claro que el mundo está muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible "Hambre Cero" para 2030. Por el contrario, ha retrocedido quince años, con niveles de subalimentación comparables a los de 2008-2009.
El informe establece que, aunque las tendencias regionales varían, el porcentaje de la población que padece hambre sigue aumentando en África (20.4%), permanece estable en Asia (8.1%), aunque sigue siendo un reto, ya que la región alberga a más de la mitad de las personas hambrientas del mundo. América Latina muestra progreso (6.2%), pero el hambre aumentó entre 2022 y 2023 en Asia occidental, el Caribe y la mayoría de las subregiones africanas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estiman que unos 582 millones de personas estarán crónicamente subalimentadas en 2030, la mitad de ellas en África.
Esa misma proyección se hizo en 2015, cuando se adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lo que indica un estancamiento en el progreso.
El informe resalta que el acceso a una alimentación adecuada sigue siendo un objetivo inalcanzable para miles de millones de personas en el mundo. En 2023, alrededor de 2,330 millones de personas enfrentaban inseguridad alimentaria moderada o grave, una cifra que no ha cambiado significativamente desde 2020.
La falta de acceso económico a una dieta saludable sigue siendo un problema crucial, afectando a más de un tercio de la población mundial. El informe revela que más de 2,800 millones de personas no pudieron permitirse una dieta saludable en 2022.
Con estos datos, producidos por organizaciones internacionales con autoridad en la materia, ¿es justo, es cristiano, que los dirigentes del mundo y los multimillonarios, que atesoran dinero como si fueran granos de maíz, dediquen su tiempo a buscar más fondos para adquirir armas mortíferas en lugar de alimentos? Algo anda mal en este planeta.