La sangre dominicana del Libertador: Simón Bolívar y su raíz en Higüey
Simón Bolívar descendía de un sacerdote dominicano

Muchos conocen a Simón Bolívar como el padre de la libertad sudamericana, el visionario que soñó con una gran patria continental. Pero pocos saben que, en las venas del Libertador, corría sangre dominicana. Y no una sangre lejana o simbólica, sino profundamente real: Simón Bolívar fue descendiente directo de un hombre nacido en Higüey, corazón de la actual provincia La Altagracia.
Ese hombre fue Simón de Bolívar y Castro, su tatarabuelo, nacido en 1569 en la villa de Salvaleón de Higüey, entonces parte de la colonia española de Santo Domingo (véase Vetilio Alfau Durán, “Los Bolívar en Santo Domingo”). Hijo del escribano vasco Simón de Bolívar “el Viejo” y de la criolla Ana Fernández de Castro y Montero, Bolívar y Castro creció en medio del fervor religioso y la organización social del Este dominicano, en una villa que aún buscaba consolidar su identidad bajo el influjo de la devoción mariana a Nuestra Señora de La Altagracia.
Ya en su juventud, Simón de Bolívar y Castro actuó como tesorero del Santuario de Higüey, y en 1569 presentó formalmente una solicitud ante la Real Audiencia para obtener recursos con los cuales construir un templo de mampostería en sustitución del modesto bohío que servía entonces de iglesia (Archivo General de Indias; citado en Julio Jaime Julia, “Los Orígenes de la Iglesia de Higüey”, 1972). Esa solicitud fue aprobada, y se inició la construcción de la iglesia de San Dionisio, hoy catedral histórica. Es decir, fue un joven higüeyano quien impulsó la edificación del principal templo cristiano del Este dominicano en el siglo XVI.
Este no era un personaje marginal: se graduó como licenciado en leyes, formándose probablemente en la Universidad de Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo, y su nombre aparece en diversos documentos oficiales como funcionario civil y religioso (Árbol Genealógico del Libertador Simón Bolívar, Andrés F. Ponte, 1911).
A fines del siglo XVI, emigró con su padre a Caracas, buscando nuevas oportunidades en la entonces emergente provincia de Venezuela. Allí fue encomendero en San Mateo, contador de la Real Hacienda y, finalmente, sacerdote. Pero su raíz fue, y será siempre, dominicana, pues fue en Higüey donde nació, donde se formó, y donde dejó una huella espiritual que aún perdura en nuestra historia (Instituto Dominicano de Genealogía, Conferencia “Los Orígenes Dominicanos del Libertador”, 2015).
¿Y qué nos dice esto a los dominicanos de hoy? Que el tatarabuelo del Libertador nació en nuestra tierra, y que por lo tanto, Simón Bolívar llevaba en su linaje la sangre altagraciana, el carácter criollo dominicano y la herencia espiritual del Caribe hispano. Este no es un dato menor. Es una verdad histórica, respaldada por genealogistas, archivistas e historiadores tanto en Venezuela como en la República Dominicana (ver Gaceta Oficial de la Nación Bolivariana, suplemento sobre genealogía del Libertador, 2003).
No se puede contar la historia de Bolívar –ni la de América– sin mencionar a Simón de Bolívar y Castro de Higüey, porque fue él quien fundó la rama americana de los Bolívar, y sin su paso por esta tierra no habría existido el Libertador como lo conocemos. La hacienda San Mateo, por ejemplo, donde Bolívar resistió ataques realistas durante la independencia de Venezuela, fue fundada por este mismo Bolívar dominicano (José Luis Salcedo Bastardo, “Bolívar”, 1983).
Por eso propongo que esta verdad sea integrada con fuerza a nuestra narrativa educativa y cultural. Que se enseñe en las escuelas de La Altagracia que aquí nació el tronco del Libertador. Que se celebre esta conexión en nuestras fiestas patronales. Que se escriba en letras doradas en nuestros museos: Bolívar también es hijo de Higüey.
Simón Bolívar y Castro fue un funcionario, un jurista, un creyente y un constructor de comunidad. Desde la pequeña villa de Higüey, su visión llegó, sin que él lo supiera, a forjar el árbol genealógico que daría como fruto a uno de los mayores libertadores de la humanidad. Simón Bolívar, el Libertador, tenía sangre dominicana. Y no hay mayor orgullo que ese.