Donde hay jóvenes con oportunidades, hay futuro
El Centro Futuro en Cristo Rey, Santo Domingo, está transformando vidas al ofrecer formación técnica gratuita en peluquería, costura, informática e inglés a jóvenes de bajos recursos
En el corazón de Cristo Rey, uno de los barrios más populosos y luchadores de Santo Domingo, está ocurriendo algo extraordinario. En medio de la dura rutina de muchas familias y de los desafíos que enfrentan los jóvenes de sectores marginados, una iniciativa del Ayuntamiento del Distrito Nacional está cambiando realidades. Se trata del Centro Futuro, que en poco más de un año ha graduado a más de 400 estudiantes en áreas tan diversas como peluquería, costura, informática, inglés y creación de contenidos.
En sus aulas no se imparten discursos vacíos ni promesas de papel. Allí se enseña lo útil, lo inmediato, lo que sirve para ganarse la vida. Y lo mejor: es gratuito. En un país donde estudiar una carrera técnica o aprender un oficio muchas veces está fuera del alcance de los jóvenes más pobres, esta propuesta se convierte en una tabla de salvación.
Pero el valor del Centro Futuro no se mide solo por el número de egresados. Lo que realmente importa es el cambio profundo que produce en cada joven. La formación va acompañada de disciplina, control estricto de la asistencia y sentido de responsabilidad. No se trata solo de aprender a cortar cabello o coser una blusa; se trata de aprender a creer en uno mismo.
En barrios como Cristo Rey, donde el desempleo juvenil, la deserción escolar y la violencia son parte del paisaje cotidiano, un espacio como este representa una alternativa concreta frente al vacío. Es un lugar donde se siembra esperanza, donde se construyen herramientas para salir adelante sin tener que delinquir, emigrar o resignarse.
Cada joven que egresa con una habilidad técnica tiene en sus manos una llave: la llave para abrir la puerta de un empleo, de un pequeño negocio, de una vida distinta. Algunos de ellos, incluso, se convierten en formadores de otros, multiplicando el impacto.
En lugar de gastar millones en campañas asistencialistas que no resuelven las causas del problema, el Estado debería mirar más hacia modelos como este: acceso gratuito, formación práctica, disciplina y sentido comunitario. Porque donde hay jóvenes con oportunidades, hay barrios con menos violencia. Hay familias con ingresos. Hay dignidad. Hay futuro.
El Centro Futuro debería existir en cada municipio del país. No como un favor, sino como una política pública sostenida y replicable. Porque ningún país progresa si deja a su juventud sin herramientas. Y ninguna comunidad se salva sin esperanza.
Si en otros espacios como Santo Domingo Este, Santo Domingo Oeste y barrios como Capotillo —donde recientemente se desplegó un fuerte operativo militar para controlar la delincuencia, que a la larga no tendrá éxito— se replicara el modelo de Cristo Rey, no solo disminuiría la violencia y los trastornos provocados por los "ninis" (jóvenes que ni estudian ni trabajan), sino que se fortalecería la familia y se estimularía a miles de jóvenes barriales que hoy se desvían socialmente por la falta de oportunidades y la carencia de centros de formación donde puedan aprender una técnica o un oficio útil para toda la vida.
En Cristo Rey, ya hay cientos de jóvenes que caminan con la cabeza en alto gracias a lo aprendido en ese centro. Y ese es el mejor resultado: devolverle el futuro a quienes más lo necesitan.