Mar de palabras
Mar de Palabras inicia como un tributo al poder de la literatura caribeña

Hoy nos reunimos en esta Ciudad Colonial cargada de historia, de calles que recuerdan los versos de aquellos que escribieron para resistir. Nos convoca la palabra, nos convoca el verbo libre, sin cadenas ni mordazas, el mismo que alguna vez, en tiempos de aquella dictadura fatal, fue silenciado.
Hoy nos reunimos en este hermoso salón que lleva el nombre José Martí, aquel destacado poeta, ensayista y patriota cubano, que tuvo una relación muy especial con nuestro país y con intelectuales importantes de nuestra sociedad, como Francisco Henríquez y Carvajal, tío de Pedro Henríquez Ureña, con quien compartió su proyecto de unidad latinoamericana y de lucha por la independencia de Cuba.
De una de las tantas cartas que Martí le envió a Henríquez y Carvajal, a quien, vale decir, llamaba hermano, nace este célebre párrafo:
"De Santo Domingo ¿por qué le he de hablar? ¿Es eso cosa distinta de Cuba? Usted no es cubano, ¿y hay quien lo sea mejor que Ud.? ¿Y Gómez, no es cubano? ¿Y yo? ¿Qué soy, y quién me fija suelo? ¿No fue mía, y orgullo mío, el alma que me envolvió, y alrededor mío palpitó, a la voz de Ud., en la noche inolvidable y viril de la Sociedad de Amigos? [...] Hagamos por sobre la mar, a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego andino."
Martí se hospedó aquí, entre estos muros gruesos de mampostería y cal, cuando esta edificación, en el año 1892, llevaba el nombre de Casa San Pedro. Como pueden notar, se distingue por ser una muestra de la arquitectura colonial del siglo XVI, con su bello patio colonial, el cual conserva su vegetación autóctona.
Así como Martí tuvo una gran relación con la República Dominicana, otro gran intelectual que gravitó en la vida de nuestra nación a final del siglo XIX fue el ilustre pensador, educador y patriota puertorriqueño Eugenio María de Hostos, quien vivió en Santo Domingo desde 1875 hasta su muerte en 1895.
Don Juan Bosch, gran escritor y político, en múltiples ensayos se expresaba de Hostos como uno de los grandes pensadores del Caribe, forjador del pensamiento moderno dominicano. En el prólogo de su libro Hostos, el sembrador, Bosch reflexiona lo siguiente: "Si mi vida llegara a ser tan importante que justificara algún día escribir sobre ella, habría que empezar diciendo: ´Nació en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909; y volvió a nacer en San Juan de Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio María de Hostos le permitió conocer qué fuerzas mueven, y cómo la mueven, el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás" .
Entre los aportes de Hostos a la República Dominicana se encuentra la creación de la Escuela Normal de Santo Domingo para la formación de maestros con una filosofía educativa laica, basada en la ciencia y la razón, la promoción de valores cívicos y la igualdad entre hombres y mujeres en la enseñanza. Él fue el primer profesor de Derecho Constitucional y autor de la todavía relevante obra Lecciones de Derecho Constitucional, que escribió en Santo Domingo en 1887.
Evoco este pasaje del pensador y educador puertorriqueño que tanto incidió en la educación y la cultura dominicanas: "Mi alma a Dios, mi corazón a mi patria, mi espíritu a la libertad, mi cuerpo a la tierra. Si muero en Santo Domingo, entiérrenme en su tierra; si muero en Puerto Rico, en la mía; si muero en Cuba, en la suya. ¡Y si muero en alguna otra parte, llévenme a donde puedan los que me amen y entiérrenme con amor en tierra antillana!"
Esta Casa San Pedro, hoy Hotel Kimpton Las Mercedes, era el lugar, a finales del siglo XIX, donde confluían escritores, artistas, políticos y pensadores para debatir ideas y compartir con intensidad el poder de la palabra, el valor del diálogo, el arte y el pensamiento. Era una época en la que se experimentaba un gran renacimiento cultural en nuestro país, que sentó muchas de las bases de nuestra identidad nacional moderna.
¡Qué bella coincidencia! Porque es justo en este lugar donde hoy nace, 132 años después de aquellos encuentros entre grandes figuras de la literatura y la política antillana, el Primer Festival Internacional de Literatura en la República Dominicana.
La literatura dominicana ha sido producto de esos enlaces y conexiones que promovieron el intercambio de ideas, conocimientos y valores. En ese discurrir se destacan figuras como Salomé Ureña de Henríquez, considerada la primera poeta dominicana, su hijo Pedro Henríquez Ureña, ese gigante de las letras hispanoamericanas; Pedro Mir, nuestro poeta nacional; Aída Cartagena Portalatín, Manuel del Cabral, el profesor Juan Bosch, uno de los grandes cuentistas de nuestra lengua; Manuel Rueda, Marcio Veloz Maggiolo, Franklin Mieses Burgos y Tomás Hernández Franco. También deseo mencionar a Junot Díaz, recipiente del Premio Pulitzer de Ficción, aquí con nosotros, quien retrata con su estilo directo las complejidades de la identidad caribeña y la vida de los inmigrantes en Estados Unidos, o René del Risco Bermúdez, mi padre, cuya voz nos enseñó a mirar de frente nuestra ciudad y quien desafió el silencio impuesto por la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, utilizando la poesía y la narrativa como herramientas de denuncia y reconstrucción social. Hay muchos otros también que por razones de tiempo se quedan fuera de esta mención, algunos de los cuales están con nosotros participando en Mar de Palabras.
Escribir en esta tierra ha sido siempre un acto de resistencia, una forma de desafiar la noche oscura de la censura y responderle al miedo con la verdad. Ha sido también una manera de escudriñar el alma y la idiosincrasia dominicanas en nuestra particularidad, pero también en nuestra relación con otras culturas que nos han enriquecido a través del tiempo.
Mar de Palabras nace para eso: para que las voces dominicanas naveguen sin miedo, para que nuestra literatura trascienda su ámbito insular y se enriquezca a partir de un diálogo e interacción con otras manifestaciones literarias y autores que nos visitan, al tiempo que estos tengan la oportunidad de conocernos y descubrir nuestra pasión y nuestra vocación. De esta manera queremos retomar lo que iniciaron nuestros antepasados, Martí, Hostos, Henríquez y Carvajal, Henríquez Ureña, y muchos otros que le siguieron, para que nuestra literatura se encuentre con el mundo y el mundo se asome a nuestro Caribe.
Deseo, antes de dar inicio formal a este festival, expresar nuestro profundo agradecimiento a nuestros patrocinadores, quienes creyeron en este proyecto y nos motivaron a llevarlo a cabo, Muchas gracias a David Collado, a Tammy Reynoso y al Ministerio de Turismo por haber sido los primeros que escucharon las olas de Mar de Palabras y se sumergieron en ellas. A Héctor Valdez Albizu, Wilson Rodríguez, Guido Gómez Mazara, Roberto Herrera, Ángela Español, Christy Luciano, José Luis Ventura Camacho, Daniel Lugo, Ricardo Rojas León, así como a las instituciones y empresas que ellos representan, por creer en nosotros, en la literatura y en la cultura de nuestro país.
También quiero agradecer a María Amalia León y al Centro León por su permanente apoyo a la Fundación René del Risco Bermúdez, la cual presido.
Gracias también a la Embajada de España, a su embajador saliente Antonio Pérez-Hernández y a su agregado cultural Ricardo González, por su compromiso con la cultura de nuestro país.
Gracias a Claudia Neira Bermúdez, a quien llamo la maga de la programación y curaduría; a María Helena Hernández, por su apoyo en el control de la logística. Gracias también a Aidita Selman, Yinette Santelises, Liza Ortega, Rando Camasta, Kenya Roque, Junior Basurto Lomba y Lisamabel Collado y María Eugenia Espinal del Risco. Gracias también a los destacados periodistas Aníbal de Castro, Inés Aispún, Fausto Rosario Adames, Carmen Imbert Brugal, Alfonso Quiñonez y Luís Beiro, quienes tanto han apoyado este esfuerzo.
Mi agradecimiento a Daniel Mordzinski, conocido mundialmente por su fotografía a los escritores, quien no ha podido estar físicamente con nosotros, pero lo estará en espíritu y con muestras de su trabajo que generosamente nos ha compartido.
Quiero agradecer a mi compañera en esta travesía, Julissa Álvarez Caro por su apoyo constante y por caminar conmigo en este proyecto que tanto significa para nosotras. Gracias Julissa por acompañarme a soñar.
Igualmente, gracias a los integrantes del Consejo Asesor del festival: Soledad Álvarez, Jochi Mármol, Jochi Herrera, Basilio Belliard, Frank Báez, José Enrique Delmonte, Mateo Morrison, Juan Villoro y Claudia Neira.
Una mención especial a Sergio Ramírez, quien también es miembro del Consejo Asesor, por su amistad, su acompañamiento y por ser una fuente de inspiración para emprender este proyecto.
Agradezco profundamente a mi esposo Flavio Darío Espinal por su respaldo constante en la creación de este festival. Su apoyo discreto, pero firme, fue esencial para que este proyecto pudiera hacerse realidad.
A los escritores que nos visitan, les doy la más calurosa bienvenida a Santo Domingo, ciudad primada de América. Igualmente, a los escritores y expositores dominicanos por acoger de manera entusiasta nuestra convocatoria. Al público presente, gracias por acompañarnos.
Desde esta isla, que es libro abierto y cicatriz, hoy digo que la palabra es nuestro puerto y es nuestro destino.
Bienvenidos a esta travesía, que no es solo de letras, sino de sueños, de memoria, de futuro. Porque mientras haya quienes escriban, quienes lean, quienes crean en la magia de contar historias, este mar nunca se secará.
Que comience Mar de Palabras. Que las olas de la literatura nos lleven lejos.
Nota: discurso inaugural del Festival Internacional de Literatura Mar de Palabras, celebrado en Santo Domingo, del 27 al 29 de junio de 2025.