La cultura geriátrica dominicana
Mieles del poder, por qué los líderes dominicanos no sueltan la silla

La cultura del retiro no parece ser parte de la idiosincrasia dominicana ni estar en sus genes, la idea de dejar que otros más jóvenes y quizás con mayor capacidad, tomen la antorcha del relevo; parece aterrar a algunos ungidos que entienden que nacieron para dirigir ciertas entidades.
Para aterrizar en lo planteado, solo habría que ver quiénes son los que dirigen los principales gremios profesionales y sindicales del país o cuántas veces han ocupado el cargo: Colegio Médico Dominicano, Waldo Ariel Suero; Asociación Dominicana de Profesores, Eduardo Hidalgo; Colegio Dominicano de Periodistas, Aurelio Henríquez y si pensamos en las centrales sindicales, sus titulares han estado allí desde esa época en que muchos de nosotros andábamos corriendo en "samurai" por las calles de nuestros pueblos: Confederación Autónoma Sindical Clasista; Gabriel del Río, Central Nacional de Trabajadores Dominicanos; Jacobo Ramos y el Consejo Nacional de la Unidad Sindical que preside Rafael (Pepe) Abreu, los tres veteranos gremialistas fueron pensionados por el presidente Abinader en 2021 pero continúan en sus funciones.
Lo mismo pasa en el Congreso y en las alcaldías, muchos llegan jóvenes, pero mientras respiran, aspiran. En las elecciones de 2024, finalmente salió del Congreso Máximo Castro Silverio, tenía 38 años como diputado, 79 de edad y buscaba ser senador de Santiago.
Y para reforzar la cultura geriátrica dominicana, muchas organizaciones políticas están dirigidas por "consejos de ancianos", mientras que otras tienen cargos vitalicios como el oficialista Partido Revolucionario Moderno que eligió a Andrés Bautista García como "presidente ad vitam"... ¿podría existir algo menos moderno?
Contrario a los políticos de países desarrollados dónde un revés electoral, los lleva a renunciar de forma automática, los de aquí se aferran al cargo, colocan a sus peones en puestos claves y secuestran la democracia interna; si quieren un ejemplo, bastaría pensar en cualquiera de las 34 parcelas electorales que hay en el país.
Comprendo las bondades que generan los cargos, la dulzura de las mieles del poder, pero es necesario fomentar una cultura del relevo en la sociedad, no hay que estar moribundo para comenzar a escribir sus memorias, ni para coger una mecedora y dedicar tiempo a los nietos.