Entre versos y lo que pienso...
No todo lo que brilla es oro, un grito poético contra la hipocresía

Sin ánimo de introducirnos en los vericuetos propios del quehacer de los poetas, consecuencia de una reflexión repentina de esas que tienden a surgir en las prolongadas noches donde no siempre es posible apoderarnos del sueño reparador, nos abrazamos a la osadía de expresar, cimentados en algunos versos espontáneos, lo que en realidad pensamos en torno a algunos tópicos de la realidad vivencial cotidiana.
Tal atrevimiento, una especie de expresión de enfados desenfrenados, lo encarnamos, aun a sabiendas de algunas limitaciones de belleza y quizá sin proyectar la profundidad requerida, pero siempre condicionados con la mayor franqueza y sencillez posibles, apegados a la sinceridad y la esencia de los auténticos y ennoblecedores valores humanos. Observemos a continuación:
Quizás sufra con decirlo,
pero peor es callarlo,
he bebido trago amargo,
momentos de sufrimiento,
aunque hoy luzca contento,
en esta tierra que adoro,
del sancocho y del moro,
nunca olvido que, en la vida,
aún en copas servidas,
no todo lo que brilla es oro.
De ingratitud no me hablen,
mucho menos de adulones
y mentirosos pulgones.
Hoy rechazo al envidioso,
al fanfarrón descarado,
que deambula sin parar,
sin vergüenza y sin decoro,
en este terruño hermoso,
donde sus huellas hoy borro,
pues no olvido que, en la vida,
no todo lo que brilla es oro.
Ya estoy cansado de chismes,
de serviles descarados,
que veo por cualquier lado,
tal si fuesen marionetas,
difamando por pesetas,
sin importar consecuencias,
sin dignidad ni pudor,
procurando manchar honra,
complaciendo al corruptor,
y ante su vivir perverso,
yo le juro que no corro,
porque vivo convencido,
no todo lo que brilla es oro.