Comunistas en la zona
La República Dominicana fortalece relaciones con China y Vietnam en busca de oportunidades comerciales
Estos días hemos visto por la República Dominicana a altos representantes de los gobiernos de China y Vietnam, países con sistemas políticos comunistas, aunque con economías de mercado. En lo personal, no he escuchado a nadie quejarse de que el presidente Luis Abinader se reúna con comunistas en el Palacio Nacional.
De seguro habrá quien lo haya hecho, pero poco importa, porque me parece una buena decisión que el mandatario dominicano fomente que el país tenga relaciones diversas a nivel internacional, más en un momento en que se cocina un nuevo orden global, que obligará una vez más a ser muy astuto a la hora de jugar las fichas diplomáticas, pues llegará el momento en que habrá que decantarse por un lado o por el otro, o jugar la peligrosa y desgastante estrategia de la neutralidad.
Las visitas de ambas delegaciones orientales son interesantes. Por un lado, China ve a la República Dominicana como un aliado estratégico en la región, dado que somos vecinos de Haití, uno de los pocos países que reconocen a Taiwán como un estado independiente. Mientras, Vietnam ha ido de a poco estableciendo redes comerciales en América Latina y tiene toda la lógica del mundo que intente expandir su alcance, sobre todo con la enorme apuesta que las empresas vietnamitas han hecho a las operaciones en el puerto de Mariel en Cuba.
Así que ahí tenemos la prueba de que no hay que tenerles miedo a los comunistas y que podemos coincidir con ellos en diversos temas, como en las oportunidades comerciales. Con Cuba, país que atraviesa unas crisis terrible, los lazos se mantienen y mientras los cubanos comen huevos dominicanos, acá usamos sus medicamentos en pacientes con condiciones como el pie diabético.
Entonces, ¿cual es el problema? El asunto es que hay que dejar de mezclar la gimnasia con la magnesia, pero sin hipocresías. Dejemos de citar al comunismo como el diablo sólo cuando nos conviene, porque a la hora de hacer negocios, parecen importar poco las violaciones a los derechos humanos. Al pan, pan, y al vino, vino.