El Metro aún está a tiempo
Más que "detalles", las fallas que afean la extensión del Metro
No se puede decir que el gobierno de Luis Abinader le haya dado la espalda al transporte masivo. Ahí está el tramo del Metro que desde hace cuatro años se construye entre el kilómetro 9 de la autopista Duarte y Los Alcarrizos. También están las cinco estaciones ampliadas para aumentar la capacidad de pasajeros y, con todas las limitaciones presupuestarias, la extensión hacia San Felipe, en Villa Mella.
Por las dimensiones de la obra, más de cinco kilómetros de hormigón armado, es lógico que aparezcan detalles. El problema es que esos "detalles" en la Línea 2 son demasiado visibles: cualquiera, incluso este simple servidor, sin ser ingeniero, percibe improvisación, falta de terminación y ausencia de supervisión.
Tras un reportaje de Alicia Ortega que confrontó a responsables y especialistas sobre las fallas de la construcción, la Opret prefirió guardar silencio en lugar de producir un informe exhaustivo y llamar a capítulo a los contratistas. Fue el presidente Abinader quien dio la cara con un recorrido de prueba. Para colmo, la excusa que circula fuera de récord es que los contratistas son "los mismos ingenieros de las primeras líneas". Si eso es cierto: se confirma que el problema es de supervisión.
No se trata de que las redes sociales amplifiquen denuncias; el Metro, además de poco estético, muestra signos de deterioro antes de inaugurarse. Y no parece pensado para el ciudadano de a pie.
Ejemplo de ello es la carretera vecinal construida bajo el viaducto, una vía levantada sin tomar en cuenta al peatón, con aceras imposibles de usar o, en algunos tramos, simplemente sin aceras. Otro caso son las interminables filas de muros tipo jersey que ocupan la autopista Duarte, como si la mejor opción urbanística fuera levantar un muro de la vergüenza.
Lo más reciente es la denuncia de una columna cuyo concreto se desmoronaba con solo tocarlo. Cuando un equipo de Diario Libre llegó al kilómetro 13, donde se construye la estación 27 de Febrero, la estructura estaba cubierta con madera y láminas de zinc, custodiada por policías.
Pero todavía hay tiempo. Es ahora, en plena construcción, cuando se debe apretar la supervisión.