Un crimen en Cabral
La Laguna de Cabral agoniza por la acción humana y la complicidad institucional
La Laguna de Cabral no se muere: la están matando.
No lo dicen solo campesinos y pescadores, lo confirma el Ministerio de Medio Ambiente.
Su evaluación técnica detalla cómo las "intervenciones humanas históricas" han reducido de manera sostenida el agua que llega a la laguna. Entre esas intervenciones figuran la deforestación, la agricultura intensiva y la construcción de canales de riego.
El informe admite que el caudal actual de la laguna depende exclusivamente del canal Trujillo, un bien del Estado dominicano, es "usufructuado casi en su totalidad por el Consorcio Azucarero Central (CAC)", según Medio Ambiente. Aquí surge el punto incómodo: mientras Medio Ambiente reconoce las causas de la crisis y pide garantizar el suministro de agua, el Indrhi actúa como cómplice.
Manuel Pineda, director regional del sistema de riego Yaque del Sur-Barahona del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), declaró a la periodista Paola Wisky que los problemas que hoy se observan en la laguna "han existido todo el tiempo, cuando no hay lluvias".
No más preguntas, magistrado.
El señalamiento abre otra arista: si el canal Trujillo es usufructuado casi en su totalidad por el Consorcio Azucarero Central, como dice Medio Ambiente, entonces los campesinos y agricultores tampoco tienen agua para regar sus tierras.
Con la misma acción que seca una de las lagunas más importantes del Sur y del país por su biodiversidad, también se despoja a los agricultores de un recurso vital.
En este escenario, dos instituciones del Gobierno se muestran en orillas opuestas: Medio Ambiente, que con recursos limitados intenta velar por la naturaleza, y el Indrhi, que se coloca del lado de los intereses particulares en detrimento del bien común.
Es evidente que el Gobierno es genuflexo ante los intereses privados. Mientras el sur pierde su presente y futuro.