Reparación pública
Invertir dinero recuperado en jóvenes y atletas tiene un valor moral profundo
Da gusto escuchar al presidente Luis Abinader anunciar que dos mil millones de pesos recuperados de casos de corrupción serán destinados a la construcción de canchas deportivas que hacen mucha falta en el país.
Y no solo por las canchas, sino porque evidencia el principal daño que causa el robo de fondos públicos: cada peso malversado es dinero que se deja de invertir en la gente. Se convierte en un play sin luces, en un niño que entrena descalzo, en una cancha sin tabloncillo, en una pista sin el material sintético adecuado para correr.
Invertir en deporte con fondos recuperados de la corrupción tiene una carga moral poderosa. Es decirles a los jóvenes y a los atletas: "Esto era tuyo y vuelve a ti". Es más, no sería exagerado que cada instalación deportiva lleve una tarja que diga: "Este complejo se construyó con dinero recuperado de la corrupción".
Y lo mismo aplicaría si esos recursos se destinaran a hospitales, escuelas, áreas verdes, acueductos, generadoras eléctricas o acceso gratuito a internet. Porque, al final, es dinero que regresa al pueblo.
Pero cuando baja la marea y se buscan los detalles, surgen las preguntas: ¿de cuáles casos de corrupción provienen esos fondos? ¿Se obtuvieron por sentencias firmes o por acuerdos del Ministerio Público? ¿El dinero se entregó en efectivo o mediante la venta de bienes incautados? ¿Las personas de las que se recuperó el dinero cumplirán prisión? ¿Cuánto quedó en manos de los abogados del Estado? ¿Tiene el Gobierno más capitales disponibles obtenidos por la persecución a la corrupción?
Son preguntas que quedaron sin respuesta en el anuncio del presidente Abinader.
De ninguna manera se busca aguar la fiesta. Ojalá cada peso recuperado termine en manos de jóvenes que entrenan sin uniformes o en comunidades que reclaman desde hace décadas un camino vecinal asfaltado, aceras y contenes, mientras grupos delictivos se enriquecían con bienes públicos.
El Poder Ejecutivo merece reconocimiento por recuperar, a través del Ministerio Público, el dinero que nos pertenece a todos.
Pero también es justo, recalco, saber de dónde provienen esos fondos. Sobre todo, dado el manejo espurio que una vez se les dio, es obligatorio que se transparente su origen.