Expedición comandada por España en Groenlandia constata el progreso del deshielo
La capa de hielo descendió "cien metros o más de grosor"
La expedición del trineo de viento 2024 comandada por el español Ramón Larramendi constató el progreso del deshielo en una zona de Groenlandia, donde la capa de hielo descendió "cien metros o más de grosor", lo que permitió verificar la aparición de elevaciones que "no constaban en la cartografía oficial".
Larramendi habla con EFE desde Upervanik tras finalizar la expedición "SOS Artic Windsled 2024" que este año constaba de dos etapas "complementarias, pero diferentes", y que sirvió para "consolidar" al trineo de viento como "un vehículo polar no contaminante" y como "una plataforma de investigación científica" que trasladó cinco experimentos para la toma de muestras: dos de España, dos de institutos polares italianos y uno de Estados Unidos.
A Larramendi le acompañaron en la segunda etapa, el montañero venezolano Marcus Tobía; los italianos Roberto de Pieri (ingeniero especializado en energías renovables) y Enrico Gianoli (guía de Groenlandia); el montañero y cámara español Felipe Ruiz, y Bo Kleffel, encargado de la logística, así como la arqueóloga Aka Simonsen y explorador Jens Jacob Simonsen, ambos del pueblo inuit.
Al finalizar el último trayecto, cinco tripulantes salieron en helicóptero, mientras el explorador, Gianoli y Tobía recorrieron los últimos 105 kilómetros a pie, desde el lugar donde "quedó depositado el trineo de viento", un lugar que Larramendi pretende que se convierta en una "base internacional" de exploración del interior de Groenlandia.
Este trayecto lo realizaron en "otro pequeño sistema de navegación mucho más ligero", movido también con la ayuda del viento, hasta llegar a unos 20 kilómetros de la costa, para después esquiar por una zona de grietas hasta otra de tierra "poco explorada" de la que no tenían información y para "abrir una senda nueva".
Y antes de que les recogiera el barco para llevarles hasta Upervanik tuvieron que realizar un trayecto por "mar helado, a pesar de estar en el mes de junio, cuando no esperaban temperaturas tan bajas"; en algunos lugares, dice, llegaron "a los 39,9 grados bajo cero, un cuadro climático que no esperaban" y que no resistieron "siete y ocho pájaros perdidos" que vieron.
En esta segunda etapa de 23 días, el trineo, de 20 metros de largo, trasladó más de 3.000 kilos de peso, con ocho tripulantes a bordo que recorrieron 1.500 kilómetros de sur a norte de Groenlandia, aunque "sin llegar totalmente" a la zona septentrional.
La primera parte recorrieron con otro equipo una zona del sudeste de Groenlandia que se dedicó al "desarrollo técnico" para ampliar el potencial del vehículo polar "con el objetivo de hacer proyectos mucho más complejos", dice, y en la que exploraron y cartografiaron una zona del interior en la que a causa del ascenso de las temperaturas y del deshielo "ha emergido un montón de tierra nueva" y donde documentaron "decenas de montañas que no están en los mapas".
Larramendi explica que les sorprendió "especialmente una de las montañas, que es especialmente grande, una roca potente", donde el deshielo provocó el descenso, según sus estimaciones, "de unos 150 metros de grosor de hielo que dejó a la vista esta elevación, por lo que se dedicará a "investigar si hubo un error en la cartografía".
La zona ya fue visitada en años anteriores, y sabía que los "mapas no encajaban" porque hay "elevaciones desde unos 40 metros", dice Larramendi y asegura que constataron "datos muy contradictorios", porque hay zonas "con mucho deshielo, pero otras con acumulación" de la capa de hielo, y, sostiene que, aunque no se puede hacer una valoración única, "evidentemente el saldo es negativo".
Las muestras científicas tomadas permitirán el "estudio de microorganismos, micro plásticos y la composición química de materia helada y de la calidad del aire".
Asimismo, el proyecto español para analizar las impurezas de la nieve (carbono negro, polvo mineral y microplásticos); y el impulsado por Italia para analizar muestras de nieve con el objetivo de identificar contaminantes emergentes y estudiar sus características microbiológicas, como las bacterias adaptadas al frío.
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