El mundo bajo fuego: ola de calor extrema azota Europa y expone fragilidad climática
Este clima extremo trae consecuencias visibles tanto para la salud pública como para los ecosistemas naturales

La ola de calor que afecta actualmente a Europa está dejando una huella alarmante en el sur del continente, con temperaturas que superan los 46 °C en algunos países y consecuencias visibles tanto para la salud pública como para los ecosistemas naturales.
Desde Grecia y Turquía hasta Italia y los Alpes franceses, el clima extremo se ha convertido en una amenaza tangible con impacto directo en la vida cotidiana.
En Grecia, se vive la tercera ola de calor del verano, con picos de 43 grados centígrados en varias regiones. El gobierno griego ha activado medidas excepcionales, como pausas laborales obligatorias para trabajadores expuestos al sol y habilitación de espacios climatizados para ciudadanos vulnerables.
Las autoridades mantienen un riesgo extremo de estrés térmico en gran parte del territorio y refuerzan la vigilancia ante posibles incendios forestales.
Efectos del calor
En Turquía, la situación es igualmente preocupante: se registran hasta 45 °C en provincias del sureste, mientras un incendio en Sakarya obligó a evacuar vecindarios y destruyó viviendas. Las temperaturas elevadas, combinadas con vientos secos, han encendido alertas de protección civil en todo el país.
Italia, por su parte, enfrenta una de las olas de calor más intensas de las últimas décadas. Las regiones del sur, como Apulia, Sicilia y Cerdeña, viven días de calor asfixiante con hasta 46 grados a la sombra.
En contraste, el norte del país sufre tormentas violentas, granizadas y posibles inundaciones, producto de un choque de masas de aire opuestas.
En los Alpes franceses, la situación es aún más simbólica del cambio climático: el derretimiento acelerado de la nieve y los glaciares ha dejado a los refugios de montaña sin agua en pleno inicio de la temporada.
Científicos y guías de alta montaña advierten que el impacto en los glaciares es "brutal" y que algunas masas de hielo podrían desaparecer completamente antes de 2100.
La ola de calor actual no solo pone en evidencia la urgencia de adaptarse a un clima más hostil, sino que también recuerda que los efectos del cambio climático ya no son una amenaza futura, sino una realidad diaria.
Desde el Mediterráneo hasta los picos del Mont Blanc, el calor extremo ya está reconfigurando el paisaje europeo y forzando a gobiernos y comunidades a repensar cómo enfrentar este nuevo normal.