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El "gold rush" del Gobierno de Abinader por el crudo y las tierras raras

Sin embargo, con el oro, el Gobierno Luis Abinader ha sido más cauteloso para dar cancha a los proyectos mineros

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El "gold rush" del Gobierno de Abinader por el crudo y las tierras raras
Imagen de archivo de una antigua área de explotación de bauxita en Pedernales. (DIARIO LIBRE.)

En los últimos cinco años, el presidente Luis Abinader ha convertido la minería y la exploración de recursos estratégicos en un proyecto de nación. Una suerte de "gold rush" o fiebre por riquezas subterráneas que, de ser logradas, pondrían al país en el mapa geoestratégico mundial.

Pero no hablamos del oro de toda la vida, se trata de una obsesión por el petróleo, sus derivados, y las tierras raras como "neodimio" y "lantano". 

Abinader no ha disimulado su ambición petrolera. En 2025 impulsó una nueva ley que abre el país a la exploración y explotación de petróleo y gas con reglas hechas para atraer inversionistas internacionales

Empresas extranjeras podrán entrar siempre que al menos un 15% del capital sea dominicano.

La hoja de ruta incluye una ronda petrolera en 2026, donde se subastarán bloques de exploración en distintas zonas. 

Desde 2021, equipos de la Refinería Dominicana de Petróleo han estado estudiando las cuencas de Azua, Enriquillo, San Juan y el Cibao. Las estimaciones preliminares hablan de unos 500 millones de barriles de petróleo en el subsuelo, con alrededor de 80 millones potencialmente recuperables.

El gobierno incluso ha buscado alianzas internacionales poco habituales. Hay acuerdos con Argentina para intercambiar conocimientos sobre explotación de hidrocarburos y evaluaciones para que RD invierta en proyectos de gas en el extranjero. También se han tocado puertas en Guyana, el país vecino que pasó de ser un desconocido en el mapa energético a uno de los nuevos ricos del petróleo.

Tierras raras: el nuevo oro tecnológico

En paralelo, el gobierno se ha lanzado a buscar tierras raras en Pedernales, específicamente en la Sierra de Bahoruco, sobre antiguas minas de bauxita. Estos minerales son esenciales para fabricar desde turbinas eólicas hasta celulares y misiles. El interés global es tan grande que EE. UU. y China llevan años en una guerra silenciosa por su control.

El proyecto arrancó con la Universidad de Barcelona y ahora cuenta con el apoyo técnico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. Los resultados preliminares del gobierno hablan de hasta 100 millones de toneladas de reservas

Algunos expertos dudan de la cifra y advierten que podría estar inflada, pero en Palacio parecen convencidos de que este hallazgo podría convertir a RD en un actor clave en la industria tecnológica global.

Para manejarlo, Abinader creó una empresa estatal, Emidom, que se encargará de negociar alianzas y supervisar la explotación. El discurso oficial repite que la explotación será "sostenible" y que el beneficio quedará "para el pueblo dominicano".

Ya hay conversaciones con Sudáfrica y otros países con experiencia minera, y Estados Unidos no oculta su interés en que RD se convierta en proveedor alternativo de estos minerales estratégicos.

El oro que espera... y desespera

Mientras el gobierno celebra hallazgos de petróleo y tierras raras, hay proyectos de oro que llevan años esperando el visto bueno. El caso más sonado es el Proyecto Romero, en San Juan de la Maguana. Descubierto por una empresa canadiense, lleva casi una década listo para empezar estudios de impacto ambiental.

La compañía promete empleos, impuestos y tecnología sin cianuro, pero enfrenta un muro de rechazo local. Líderes comunitarios, agricultores y sacerdotes temen que la minería acabe con el agua de la región. Las marchas y comunicados han sido tan fuertes que Abinader ha optado por no decidir, para no enfadar ni a unos ni a otros.

En Dajabón, otro proyecto de oro está paralizado. La minera canadiense Unigold identificó depósitos importantes, pero la resistencia comunitaria lo mantiene estancado. 

Incluso Barrick, la minera más poderosa del país, tuvo que esperar y negociar duro para ampliar la vida útil de la mina Pueblo Viejo. La expansión requería una nueva presa de colas que implicaba desalojar cientos de familias. Tras años de protestas y negociaciones, el permiso llegó con condiciones estrictas y una fianza ambiental millonaria.

El contraste es evidente. Para petróleo y tierras raras, el gobierno mueve leyes, crea empresas y firma acuerdos internacionales a toda velocidad. Para el oro, hay cautela, tiempos muertos y decisiones aplazadas.

Parte de la explicación puede estar en la percepción pública. El oro ya tiene una mala reputación en algunas comunidades: contaminación, desplazamientos, conflictos. El petróleo y las tierras raras, en cambio, todavía no han despertado protestas masivas ni oposición organizada. Eso da margen político para avanzar sin quemar capital social.

Pero la pregunta que queda es si esta estrategia está dejando dinero sobre la mesa. El oro es una certeza: está ahí, tiene mercado y se puede vender ya. Los hidrocarburos y las tierras raras son promesas que dependen de exploraciones, inversiones y un mercado volátil.

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Periodista dominicano. Ha trabajado en los periódicos Diario Libre, El Caribe y Listín Diario donde ha ejercido cubriendo las fuentes de deportes y ciudad. Ha trabajado en radio, televisión y proyectos digitales.