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Hiperempatía
Hiperempatía

Hiperempatía: cuando sentir demasiado se vuelve un problema

La carga emocional es el lado oculto de quienes conectan intensamente con los demás

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Hiperempatía: cuando sentir demasiado se vuelve un problema
Las personas con hiperempatía viven con una gran carga emocional. (SHUTTERSTOCK)

Sentir lo que sienten los otros puede ser una virtud, pero cuando esa conexión emocional se vuelve abrumadora, puede convertirse en una verdadera carga.

Así viven las personas con hiperempatía, un rasgo no clínico pero muy real, en el que las emociones ajenas se sienten como propias, a veces incluso con un impacto físico y mental.

Para los hiperempáticos, no se trata solo de entender que alguien está triste o feliz, sino de vivirlo en carne propia. Una ruptura ajena, una mirada de tristeza o incluso el ambiente emocional de una sala pueden generar ansiedad, cansancio extremo o incluso dolor físico.

"Cuando alguien cercano está triste, una persona empática puede entristecerse. Pero en la hiperempatía, eso se da de forma exagerada. Se sienten mucho —y muy intensamente— las emociones de los demás, incluso sin vínculo previo", explica Rodrigo Martínez de Ubago, psicólogo clínico y docente en la UOC.

Aunque no es un trastorno reconocido oficialmente, la hiperempatía tiene una base real. Según estudios recientes, la genética juega un papel importante, aunque el entorno también influye, sobre todo si la persona ha vivido experiencias emocionales intensas o traumas en la infancia.

También se ha observado que es más común entre personas altamente sensibles (PAS) y en ciertos casos, puede compartir rasgos con el espectro autista.

Las dos caras de sentir tanto

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Infografía

Como todo rasgo de personalidad, la hiperempatía tiene sus ventajas. Las personas que la poseen suelen ser percibidas como comprensivas, cercanas y capaces de leer el lenguaje emocional de los demás con mucha precisión.

Estas cualidades pueden ser muy útiles en profesiones como la psicología, la medicina o la educación, y también favorecen la creatividad, la empatía artística y la resolución de conflictos.

Pero ese mismo "superpoder" emocional puede volverse en contra cuando no hay herramientas para gestionarlo. "Cuando las emociones propias dependen de cómo se sienten los demás, se pierde el control emocional.

Es muy fácil confundirse entre lo que uno siente y lo que viene de fuera", advierte Martínez de Ubago.

El resultado: ansiedad, fatiga, estrés crónico y problemas en la toma de decisiones.

Además, pueden aparecer dificultades para poner límites emocionales, lo que a veces deriva en relaciones de codependencia o agotamiento emocional.

Y esto no solo afecta la vida personal. En lo profesional, especialmente en trabajos con alto contacto humano, la hiperempatía puede terminar en burnout.

También puede complicar la vida familiar o de pareja, sobre todo cuando el hiperempático no logra desconectarse del malestar ajeno y se ve desbordado constantemente.

¿Cómo aprender a gestionar esta sensibilidad?

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Infografía

El primer paso, según los expertos, es tomar conciencia. Saber que uno es más sensible emocionalmente que los demás, y aceptar que esa cualidad puede tener consecuencias si no se maneja bien.

A partir de ahí, es clave trabajar para pasar de una empatía emocional (sentir lo que siente el otro) a una empatía cognitiva (entender sin absorber).

Existen herramientas prácticas para lograrlo:

  • La terapia cognitivo-conductual ayuda a diferenciar emociones propias de ajenas.
  • El mindfulness, por su parte, enseña a observar sin dejarse arrastrar.
  • También es útil practicar el desapego saludable: acompañar sin cargar.
  • En algunos casos, incluso es necesario tomar distancia física de personas o ambientes emocionalmente cargados.

Al final, se trata de encontrar un equilibrio. Sentir no está mal. Sentir mucho tampoco. Pero aprender a poner límites emocionales y cuidar el propio bienestar es esencial para que esa sensibilidad no se convierta en un peso.

TEMAS -

Periodista, con más de 30 años de experiencia en revistas. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, España. Actualmente, dirige la sección Revista de Diario Libre en la República Dominicana.