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Chef Tita
Chef Tita

VIDEO | Chef Tita hace historia en la gastronomía latinoamericana con el Champions of Change Award 2025

La cocinera dominicana se convierte en la primera latina en recibir el Champions of Change Award 2025, con el que pone la cocina criolla en el mapa mundial

La cocina dominicana brilla más que nunca en el escenario internacional. Inés Páez Nin, conocida como Chef Tita, ha sido distinguida con el Champions of Change Award 2025 por Latin America´s 50 Best Restaurants, convirtiéndose en la primera persona de Latinoamérica en recibir este prestigioso reconocimiento.

El premio celebra a quienes combinan excelencia culinaria con impacto social, y Chef Tita lo ha logrado a través de su trabajo con la Fundación IMA y su restaurante Aguají, promoviendo la gastronomía local, rescatando productos y técnicas ancestrales, y transformando la vida de productores y comunidades rurales en todo el país.

Este reconocimiento no solo marca un hito en su trayectoria, sino que también proyecta la riqueza cultural y culinaria dominicana hacia el mundo, dejando una huella imborrable de sabor, identidad y compromiso social.

No podemos olvidar que, además, Tita recibió:

  • el Premio Espíritu Comunitario de La Liste 2024 por su incansable trabajo para promover no solo la cocina dominicana, sino su comunidad.
  • y el galardón de dos cuchillos en la 8va edición de "The Best Chef Awards" por su trayectoria, sus aportes a la gastronomía nacional y su trabajo de rescate del producto local.

El próximo 2 de diciembre, veremos a nuestra cocinera más criolla recoger este galardón en Guatemala, en la gala de los Latin America´s 50 Best Restaurants 2025, que por primera vez se celebrará en la ciudad de Antigua.

Sumas este premio a tu trayectoria y trabajo, ¿qué sientes al recibir un reconocimiento tan importante para la gastronomía dominicana gracias a tu trabajo con la Fundación IMA?

Me llena de muchísimo orgullo poder seguir representando a la República Dominicana de manera digna, llena de amor por lo nuestro.

Este es un reconocimiento que me llega por el trabajo de reinvención, de rescate del patrimonio gastronómico, de poner la cultura dominicana a brillar en mercados internacionales.

Venimos muchos años trabajando en eso, como decimos en buen dominicano, sin parar y con la convicción de que realmente tenemos calidad y una gastronomía impresionante.

Y sobre todo, hemos trabajado en promocionar lo nuestro: productos, productores, artesanos, pescadores, la esencia misma del dominicano y sus influencias culturales. Y que se dé a conocer en el mundo, porque este premio marca un antes y un después para la gastronomía de nuestro país.

¿Qué significa que los Latin America´s 50 Best Restaurants pongan la mirada en República Dominicana y seas reconocida en esa plataforma?

Los 50 Best son una de las plataformas más importantes y mundialmente conocidas de la gastronomía, y ahora el ojo se va a poner aquí, en nuestro país.

He trabajado muchos años para poder entrar en esa maravillosa plataforma, y que nos reconozcan es algo muy significativo, no solo para la República Dominicana, sino también para mí como cocinera.

Con mi fundación IMA y mi restaurante Aguají sigo utilizando la cocina como un arma de cambio social, impactando vidas en los campos y zonas rurales, haciendo una cocina sostenible que transforma. Y en eso es en lo que nos hemos enfocado a lo largo de este trayecto.

Estoy muy feliz y agradecida, este premio me llena de fuerza para seguir trabajando en pro de la cocina dominicana, como lo he hecho siempre, sin cambiar mi discurso de seguir enalteciendo la cultura gastronómica de la República Dominicana.

Es además la primera vez que se entrega como parte de los Latin America's 50 Best Restaurants, y lo recibe una dominicana.

Es un hito con un significado muy importante porque este premio ya se había entregado en Europa, Estados Unidos y Asia, pero nunca en nuestra región.

Ser la primera dominicana en recibirlo tiene un enorme significado, porque reconoce no solo mi trayectoria, sino todo el esfuerzo por enaltecer y dar visibilidad a la gastronomía dominicana.

Pero además que la primera vez lo reciba una dominicana significa que Latinoamérica tiene en cuenta a nuestro país, y este premio ayudará a dar a conocer nuestra gastronomía, darle visibilidad para que mucha gente descubra los sabores de nuestra tierra, sus ingredientes y qué nos define como cultura gastronómica.

Es un gran logro que tendrá un impacto turístico, porque atraerá mucho turismo gastronómico hacia el país. Significa demasiado.

IMA se dedica a rescatar productos locales y técnicas antiguas. ¿Cuál de esos proyectos o productos te ha dado mayor satisfacción hasta ahora?

IMA utiliza la cocina como un arma de cambio social y transforma a través de los alimentos. Y con ese mapeo entre los productores que forman parte de la fundación hemos identificado productos que estaban en riesgo de perderse, como la guáyiga, y los hemos llevado al presente para salvaguardar la cultura gastronómica dominicana.

Apoyamos a comunidades de productores, rescatamos elaboraciones y técnicas ancestrales y le damos visibilidad a quienes cultivan la tierra.

Es el caso de la guáyiga, sobre todo, un producto que estamos dando a conocer a nivel mundial, y al que hay que dar todo el apoyo porque es una de las raíces principales de la cultura gastronómica dominicana. Fue la primera que se encontró en nuestra isla y creo que tiene un potencial impresionante.

Me satisface dar visibilidad a esos productores locales, hacer ese cambio a través de la fundación ha sido fundamental porque no solo hablamos de gastronomía, sino da producto y de la gente que cultiva la tierra y darle visibilidad a esas alianzas que tenemos es algo que ha sido impresionante.

Y pongo de ejemplo el reconocimiento de la reina Letizia de España a Las Productivas en el Congreso BBVA, de Sembrando Semillas para un Mañana. Estar en escenarios tan importantes a nivel internacional es algo maravilloso que viene de todo el trabajo que vamos haciendo.

Desde Fundación IMA transforma vidas

"Actualmente, IMA apoya a 14 productores: de cazabe, guáyiga, café, miel, orégano y cacao, además de pescadores. Generalmente, esas son las variedades con las que trabajamos.

En nuestro restaurante Aguají, ubicado en Sosúa, practicamos la compra directa. Los pescadores nos llevan la pesca fresca en una pequeña yolita, y nosotros la seleccionamos allí mismo. Además, trabajamos con muchos productores de la zona de Sosúa y Puerto Plata, quienes cultivan en sus fincas y producen para nosotros. En el restaurante también tenemos la tiendita de Aguají, donde ofrecemos los productos de nuestros productores.

Esta filosofía de apoyar a los pequeños productores coincide con la del Supermercado Nacional (CCN), razón por la que soy su embajadora. Han brindado grandes oportunidades a nuestra gente: por ejemplo, la miel de marca propia del supermercado es elaborada por La Miel de la Abuela de San Cristóbal, uno de nuestros productores.

De igual forma, Ágora Mall nos ha abierto un espacio gratuito por casi cuatro años, donde cada fin de semana los productores venden directamente, sin pagar nada. Ese contacto les da visibilidad y una oportunidad valiosa para crecer.

Desde nuestra plataforma también impulsamos la capacitación, digitalización, etiquetado y desarrollo de la línea productiva.

Actualmente trabajamos con la comunidad de Corozo Abajo, Yamasá, junto al Supermercado Nacional, para colocar todos sus productos en los supermercados. Es impresionante ver cómo la vida de familias muy humildes cambia: de trabajar en pequeñas fábricas improvisadas de madera, a adquirir maquinarias modernas y mejorar sus procesos productivos.

Para mí, ese es el aspecto más hermoso de la cocina: generar transformación y cambio real en las comunidades, dar a conocer nuestra cultura -tan rica- y exportarla al mundo. 

Ese ha sido uno de los grandes logros de la nueva cocina dominicana y de la Fundación IMA".

¿Qué importancia tienen las técnicas ancestrales en esta visión?

Muchísima. El casabe, por ejemplo, ya es patrimonio inmaterial de la humanidad, y eso surge de rescatar técnicas como el uso del burén o la extracción del almidón. Lo mismo con la guáyiga, que requiere procesos específicos para eliminar la toxicidad y aprovechar su almidón.

Estas prácticas forman parte del movimiento de la nueva cocina dominicana, que busca transformar y elevar nuestra gastronomía al nivel de las más reconocidas del mundo, sin perder nuestras raíces.

En Latinoamérica -y en el mundo- cada vez menos gente se dedica al campo. ¿Qué podemos hacer para que la agricultura vuelva a ser clave en nuestras cocinas?

Para revertir esta tendencia y lograr que la agricultura vuelva a ser clave en nuestras cocinas, lo primero que necesitamos es que exista demanda. Si no hay demanda, no hay consumo, y sin consumo los productores no tienen incentivo para seguir cultivando.

Por eso es fundamental rescatar, dar a conocer y reivindicar esos productos que poco a poco han ido desapareciendo, así como los platos tradicionales de la gastronomía dominicana que se han perdido con el tiempo.

Si logramos que la gente los valore y los consuma nuevamente, entonces el productor tendrá la necesidad de cultivarlos, porque sabe que habrá un mercado para ellos.

Pero para generar esa demanda se necesita también una concientización sobre la alimentación: aprender a comer de manera sana, saludable e inteligente. Ese es un eje central de la nueva cocina dominicana.

En definitiva, se trata de seguir difundiendo nuestros productos y recetas, de mantener viva la esencia de nuestra gastronomía y sentirnos orgullosos de lo que somos.

Cada plato que preparamos no solo tiene influencias diversas, sino que también cuenta una historia de lo que ha ocurrido en la República Dominicana. Y preservar esas historias a través de la cocina es lo que garantiza la continuidad de nuestra identidad cultural.

El premio combina gastronomía y cambio social. ¿Cómo ha cambiado tu perspectiva como chef poder unir estas dos pasiones en tu carrera?

La verdad es que ha sido maravilloso. Yo empecé como voluntaria de la USAID hace casi 18 años. En ese tiempo recorría muchos campos de la República Dominicana, y fue allí donde descubrí mi conexión con la tierra.

Esa pasión también viene de mis padres, que siempre sembraban, producían y compartían lo que cultivaban. Crecí viéndolos, y eso marcó profundamente mi manera de ver la vida.

Como cocinera, descubrí que podía unir ese contacto con la tierra con mi trabajo en la cocina. Esa sensibilidad me mantiene siempre aterrizada, porque sé de dónde viene cada producto, quién lo siembra y cuáles son las dificultades que enfrentan los campesinos en zonas tan distantes y olvidadas.

Cuando uno llega como chef a esos lugares, se convierte en una esperanza: les das visibilidad, cuentas su historia y logras que otras personas se interesen en comprarles. Eso, para mí, ha sido uno de los mayores premios de mi vida.

Me encanta que los productores tengan protagonismo dentro de mis cocinas y poder contar su historia a través de cada plato. Para mí, ellos son los héroes anónimos. Y creo que transformar esa realidad es una responsabilidad que tenemos todos los cocineros.

Hoy en día, un chef no puede limitarse a estar entre cuatro paredes: debe explorar, mirar su entorno, reconocer qué puede aportar a la sociedad y convertirse en un líder que genere cambios.

Esa conexión entre gastronomía y transformación social es fantástica, porque realmente logra un impacto positivo. Y pienso que no hay nada más bonito que eso.

La cocina dominicana sigue ganando reconocimiento fuera del país. ¿Qué crees que hace que nuestros sabores conecten con gente de todo el mundo?

Pienso que la cocina dominicana conecta con el mundo porque, además de las influencias de muchas culturas, está llena de ingredientes y matices. Cada preparación es una mezcla de sabores únicos.

Por ejemplo, para hacer unas simples habichuelas aquí, primero se prepara un sofrito con cebolla, ajo, pimiento morrón, cilantro ancho, cilantro, auyama y, por supuesto, el orégano dominicano, que tiene un aroma espectacular.

Esa combinación hace que cada plato tenga una personalidad muy fuerte y conserve la esencia de nuestra tierra.

Otra característica es que nuestros ingredientes no saben igual en otro país. Aunque sean los mismos, el suelo cambia el sabor, por eso casi siempre viajo con mis propios productos dominicanos.

Lo mismo hacen otros cocineros: cada quien lleva lo suyo, porque los ingredientes de aquí tienen una fuerza y una autenticidad que son irrepetibles.

Nuestra gastronomía se distingue también por las cocciones lentas y largas, que intensifican los sabores y dejan huella en la memoria gustativa de quien prueba un plato dominicano.

Al final, la cocina dominicana está llena de contrastes, de matices, de sabor, y eso refleja quiénes somos como cultura. Por eso digo que nuestra comida tiene un potencial increíble para seguir conquistando paladares en cualquier parte del mundo.

Mirando hacia el futuro, ¿qué sueños tienes para que la cocina dominicana siga dejando huella tanto aquí como en el extranjero?

Mi sueño es seguir dando a conocer la cocina dominicana. Creo que aún hay mucho trabajo por hacer y que todos los cocineros del país debemos unirnos, trabajando con la misma visión y con la misma objetividad.

Esto no se trata de competencia; se hace por el país, con el corazón y con amor, y esa es la parte más importante.

La unión del gremio es fundamental. Hay muchas personas que trabajan y dan la cara, pero también hay quienes lo hacen detrás de escena, y es esencial que todos rememos en la misma dirección.

Lo hemos visto en países como Colombia, Perú o México: sus gastronomías han avanzado porque los cocineros están unidos. Para que nuestra cocina realmente se proyecte, debemos dejar atrás los egos y concentrarnos en un esfuerzo conjunto.

Es necesario trabajar con convicción como gremio y elaborar un plan estratégico a nivel nacional, involucrando instituciones, gobierno y alianzas que busquen potenciar nuestra gastronomía.

Ya contamos con herramientas y plataformas de relevancia mundial para dar nuestra voz y mostrar lo que hacemos. Este es nuestro momento, y debemos aprovecharlo para que la cocina dominicana deje una huella cada vez más fuerte tanto aquí como en el extranjero.

Si pudieras invitar al mundo a probar un solo plato dominicano, ¿cuál sería?

Definitivamente el sancocho de siete carnes. Aunque el sancocho existe en otros países de Latinoamérica, el nuestro es único por la variedad de raíces que incluye: yautías, yuca, mapuey, plátano...

Es un plato contundente que refleja la riqueza de nuestra tierra y nuestras tradiciones. Cuando cocineros internacionales lo prueban, quedan fascinados.

Creo que es el plato más emblemático para darnos a conocer en el mundo.

TEMAS -

Periodista, con más de 30 años de experiencia en revistas. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, España. Actualmente, dirige la sección Revista de Diario Libre en la República Dominicana.