Estrategias para defenderse del maltrato
A nivel mental, necesitamos fortalecer nuestra inmunidad psicológica para afrontar las agresiones o maltratos a los que estamos expuestos en nuestra vida cotidiana

Todos estamos expuestos en nuestra vida diaria a pequeñas y grandes agresiones, la mayoría verbales y algunas incluso físicas, pero no todos reaccionamos o respondemos de igual manera, a estos maltratos, ante los cuales algunas personas permanecen pasivas mientras que, en cambio, otras se rebelan.
Por ejemplo, cuando su pareja o un familiar les habla mal, cuando su jefe les provoca estrés al exigirle tareas que exceden sus funciones laborales, cuando alguien les menosprecia abiertamente en una discusión o cuando un desconocido les empuja al caminar por la calle.
Algunas personas protestan y reaccionan, mientras que otras se callan y dejan que las avasallen.
El reconocido psiquiatra Christophe Massin, que practica la psicoterapia en Francia desde hace más treinta años y en sus investigaciones se ha interesado por la psicología perinatal y los riesgos psicosociales en la vida profesional, ha investigado de dónde provienen las diferencias tan marcadas en nuestras respuestas antes las agresiones y maltratos de nuestro día a día.
Para indagar en estas cuestiones, Massin ha analizado los paralelismos entre la inmunidad fisiológica (defensas naturales del cuerpo humano) y la denominada inmunidad psicológica (las estrategias y herramientas mentales que utilizamos para defendernos de las agresiones y afrontar los maltratos en nuestras relaciones y actividades diarias).
Al igual que a nivel somático nuestro organismo debe ser capaz de desplegar sus defensas ante la invasión de un cuerpo extraño o para luchar contra una infección, y reaccionar para protegernos sobre todo de los gérmenes patógenos, también necesitamos ser capaces de defendernos a nivel psicológico y emocional, señala este psicoterapeuta.
"El hecho de que algunas personas no estén tan bien equipadas como otras para lidiar contra las agresiones pueden tener consecuencias graves ya que sufrimiento que causa en ellas el abuso, puede fomentar trastornos físicos y mentales, depresión o incluso una espiral de violencia doméstica", advierte.
En su consulta, Massin descubrió que es frecuente que haya personas con deficiencias en su capacidad para protegerse de una forma sana.
"La indefensión ante los ataques puede causarle daños con el tiempo — si no oponen ninguna resistencia—, y también a corto plazo porque los afectados se autoculpan y se reprochan a sí mismas su falta de respuesta", apunta.
En su libro Saber defenderse, Massin señala "que tomar conciencia de nuestros mecanismos de defensa y de nuestro propio funcionamiento psicológico es un requisito fundamental para realizar un verdadero trabajo de fortalecimiento de la inmunidad psicológica, que nos permitirá poner fin a la impotencia y la culpa y reconciliarnos con nosotros mismos".
"Desarrollar la inmunidad psicológica, a diario, sin por ello convertirse en agresor, es esencial para todo adulto que aspire al respeto y la paz a nivel individual, y también colectivo, porque estamos expuestos, a través de los medios de comunicación, a riesgos de intoxicación, manipulaciones malintencionadas y a todo tipo de presiones", puntualiza.
"Podemos considerar nuestra inmunidad psicológica como una autoridad tutelar protectora que vela por nuestra seguridad, como si fueran los reyes guardianes de las entradas de los templos budistas, figuras imponentes responsables de preservar el santuario de cualquier intrusión o profanación", señala Massin, que ofrece 5 claves para fortalecer nuestras defensas:

Uno. Reconocer que hay una ofensa
La persona con una inmunidad psicológica (a la que Massin, llama ´Corderito´) menguada presenta una forma de ceguera ante la agresión, ya que "no parece darse cuenta de que alguien le habla mal y le falta el respeto, como si no conociera otra cosa o no entendiera el concepto", explica.
"La ofensa, la injusticia, la burda mala fe, no las percibe claramente, la ira no pertenece a su universo. Esa persona admite estar un poco triste, porque hizo lo mejor que pudo para que todo saliera bien. Si alguien señala el maltrato, lo trivializará, dirá que no es grave o que está acostumbrada", prosigue Massin.
"Para defenderte, primero debes reconocer que hay una ofensa, lo cual no es tan fácil cuando algunos comportamientos se trivializan y se convierten en norma. Por lo tanto, este paso previo, consistente en identificar la realidad de una agresión, es fundamental", declara este psicoterapeuta.
Dos. Salir del automatismo y la pasividad
Massin explica que ´Corderito´, en el trabajo, "suple la escasez de personal, se deja sobrecargar, tolera las órdenes contradictorias, la falta de consideración y de reconocimiento. Se muestra dispuesto a hacerlo aún mejor si le mostramos descontento".
Para poder cambiar su actitud automática de aguantarse sin más, esa persona "necesita centrarse en los hechos que marcan su vida cotidiana y preguntarse: "Cuando esto pasa, ¿de verdad me conviene?". ¿O eso me produce incomodidad, tensión, o una secreta desaprobación?", según este especialista.
La trampa psicológica habitual que esa persona se pone a si misma sin siquiera ser consciente de ello es que "enseguida decide no profundizar, se dice a sí misma que puede manejarlo y, siendo así, todo está bien", según señala.
Para escapar de esta trampa, `Corderito´ "necesita abandonar su actitud pasiva, tratando de empezar a sentir la situación, advirtiendo en sí mismo cuáles son sus propios límites, sea cual sea la manera de actuar que despliegue en ese momento", recomienda.
Tres. Aplazar la respuesta a la exigencia
Massin señala que ´Corderito´ suele tener miedo de decir que no, por temor a represalias, y no se concede el derecho a hacerlo. Su búsqueda de reconocimiento o de amor difumina y desdibuja sus límites de lo admisible. La dependencia inherente a esta búsqueda le hace ser demasiado complaciente.
"Su mecanismo mental le hace reaccionar automáticamente y dar respuestas sin reflexionar, pero si realizara el ejercicio de detenerse un momento para preguntarse a sí mismo acerca de la situación, dejaría de considerar que pueden moldearlo y explotarlo a voluntad", apunta Massin.
Este psiquiatra recomienda posponer la respuesta al menos unos instantes para desactivar el automatismo y asentar la idea y el gesto interiores que significan: "Quiero tenerme en cuenta, nada se decidirá sin que yo me lo consulte a mí mismo".
Lo más conveniente para `Corderito´ es "cerrar bien la boca para no dejar escapar ningún argumento en su defensa, entrenarse en la sobriedad y sólo dar explicaciones si se las piden, y con cuentagotas", según explica.

Cuatro. Restaurar la inmunidad psicológica
La hipótesis de Massin es que "volvemos a ponernos en situaciones que recuerdan el trauma inicial de nuestra infancia, esperando inconscientemente cambiar el final de la historia, mientras cargamos con la convicción opuesta del pasado de que nos gustaría mucho hacerlo, pero aún somos incapaces de defendernos y nunca lo lograremos".
Para este especialista, se trata de "una fatalidad que conduce a la repetición, la cual agrava la autodevaluación y el abandono de uno mismo, lo que a su vez pueden culminar en el odio a uno mismo y otras conductas autopunitivas".
"Para que se produzca un cambio, es necesario que la persona haya llegado al límite (frente a comportamientos de resignación y sumisión, frente al maltrato) y aspire a levantarse", destaca.
"Es necesario que la persona pueda ensayar un posicionamiento propio, un desacuerdo, la ira saludable (que no pretende lastimar al otro con ataques) o una discusión, primero en condiciones `seguras´, con personas bondadosas, para que vaya recuperando la confianza en sí misma, aceptando las torpezas y fallos que pueda cometer en sus intentos", aconseja.
Esos ensayos previos "le permitirán ponerse a prueba, sin peligro, a la espera de afrontar situaciones reales", enfatiza.
Cinco. Recordar que los juicios son opiniones y no verdades
"La forma más habitual de agresión verbal se expresa en los juicios que recibimos, los cuales -y es importante recalcarlo- no son verdades, sino opiniones que alguien emite con el objetivo de ´meter el dedo en llaga´ y supuestamente devolvernos al camino correcto, lo cual es otra concepción falsa que hay que cuestionar", según explica Massin.
"Este punto es tan fundamental que hay que asegurarse de repetírselo uno mismo muchas veces para estar absolutamente convencido de ello", enfatiza.
"Sobre todo, debes evitar detenerte en el contenido de ese juicio, porque al prestarle atención permitiría que éste penetrara en ti y te afectara. Hacerte consciente de que esa opinión ajena es agresiva y que pretende hacerte daño, debe bastarte para comprender la necesidad de rechazarla", aconseja.
Para Massin, debes repetirte a ti mismo: "Ya no quiero identificarme con esos signos de infamia que llevo colgados al cuello. Yo soy tan indefinible como una corriente de agua en movimiento perpetuo".
"Para no respaldarlo, es preferible limitarte a identificarlo: ´vaya, otro juicio negativo en mi contra", sin hacer caso de lo que dice. Su potencial de daño procede de la atención que le prestamos. Al quitársela, lo desactivamos", señala.
"Al practicar este ejercicio con regularidad, notaremos que esos juicios pierden su influencia destructiva y se convierten en una especie de interferencia, un ruido de fondo del que podemos alejarnos", concluye Massin.
(Texto: Ricardo Segura)

EFE