Gasto o ahorro, ¿a quién beneficia el Black Friday?
Desde los primeros días de noviembre, los comercios inician con la publicidad, la actualización de su inventario, los descuentos previos y otras acciones destinadas a captar la atención de sus clientes y prepararlos para una jornada que bajo el pretexto de miles de descuentos finalmente solo incitan al consumo masivo

La cercanía del Black Friday con la Navidad y la búsqueda de ahorro hacen que los consumidores incrementen su interés por adquirir numerosos productos. En la actualidad, decenas de países ponen en práctica esta exitosa estrategia comercial.
En Estados Unidos, el Black Friday tiene una historia larga y, aunque existen varias teorías sobre su origen, el término se utiliza desde la década de los cincuenta y se popularizó unos diez años después.
Sin embargo, en muchos países como el nuestro, aunque el día principal es el último viernes del mes de noviembre, la campaña se extiende antes y después dependiendo de los intereses de las tiendas y comercios, que se han ido sumando hasta convertirlo en una práctica casi unánime dentro del sector.
Coincidiendo con esta fecha, EFE ha conversado con una especialista en economía y marketing que analiza el impacto de la publicidad en las decisiones de compras de los usuarios y con un ciudadano anónimo con pocos recursos que nos cuenta cuáles son realmente sus expectativas.
Un ahorro de nueve meses para adquirir tres productos
Este es el caso de Orlando, un trabajador migrante de 30 años que vive y trabaja desde hace dos años en una ciudad española. A pesar de sus esfuerzos y de las largas jornadas en el sector servicios, su poder adquisitivo es muy limitado.
Con su salario apenas cubre el alquiler de una habitación, la comida y el envío mensual de dinero a su esposa y a sus dos hijas menores, quienes dependen de él para subsistir en un país de Centroamérica.
Este noviembre -nos explica- tiene pensado comprar algunos artículos tecnológicos que ha seguido durante meses y, seguro está, contarán con descuentos importantes.
- "Llevo más de nueve meses ahorrando para comprar un móvil, una plancha y un altavoz para música. Yo no compro por moda o consumismo, lo hago para aprovechar. Aunque sea 20 o 30 euros de ahorro, que para muchos no significan nada, para mí representa, por ejemplo, gran parte de la comida de toda la semana".
Es más, asegura que aunque quisiera comprar otras cosas necesarias, su economía no se lo permite.
"Intento comprobar que los descuentos sean reales, porque como se sabe, hay comercios que simulan rebajas sin modificar realmente los precios, y muchos son los que compran pensando que han ahorrado cuando en realidad no es así", señala.
Entre el pesar y el realismo, Orlando, afirma que tendrá que esperar un par de años más para permitirse más compras. Reconoce que, aunque esta vez no comprará productos de primera necesidad, son artículos de uso habitual hoy en día.
Campañas agresivas de marketing desplazan el análisis

Para la salvadoreña Leana Alfaro, especialista en economía y marketing, el Black Friday provoca un repunte en las compras y ventas, impulsado por la intensa publicidad previa y por la percepción generalizada de que existen descuentos significativos.
En cuanto a las redes sociales, abundan mensajes como 'última oportunidad', 'precios increíbles', 'hasta 50% de descuento' o 'aproveche', con el fin de generar interés y abrir expectativas colectivas.
La parte más dura de esta realidad es que una familia con presupuesto ajustado puede sentirse excluida al ver cómo su entorno participa activamente de estas ofertas mientras ellos no pueden permitirse tales gastos.
Alfaro explica que buena parte de las adquisiciones de esta temporada corresponden a compras que igualmente se habrían hecho más adelante, por lo que considera que el impacto económico responde más a una previsión que a un 'dejarse llevar'. También nos aclara que el efecto final depende de la capacidad económica de cada persona o familia para comprar en ese momento o, en su defecto, para endeudarse.
Es para la mayoría conocido que hay comercios que realmente ofrecen descuentos sustanciales y permiten acceder a productos que en otros momentos serían más difíciles de alcanzar. Pero también existen prácticas engañosas: precios inflados antes del evento y luego rebajas mínimas o promociones diseñadas para aparentar descuentos.
Ante la avalancha de anuncios, muchas personas sienten que participar en este boom comercial es sumarse a una tendencia global y aprovechar una oportunidad de ahorro. Para otras, la presión social —del trabajo, amistades o redes— las impulsa a comprar por miedo a quedarse fuera. Añade que las campañas agresivas de marketing desplazan el análisis racional del precio y de la verdadera necesidad del producto.
La idea de ahorro domina en la decisión, incluso cuando el descuento es mínimo o el artículo no es necesario."Todos hemos caído alguna vez en estas campañas. No está mal, solo debemos procurar que no nos sobrepasen ni se conviertan en un hábito impulsivo", señala.
Aunque estas fechas pueden dinamizar la economía en términos generales, también pueden perjudicar las finanzas personales. La presión consumista puede conducir a decisiones que comprometen la estabilidad económica y, por ello, es fundamental poner en práctica un consumo responsable y consciente. Y tú, ¿haces compras masivas en Black Friday?

EFE