Problemas con la suegra
La madre del esposo se mete demasiado en su vida
Pregunta: Hola Dra. Simó, desde hace unos años para acá he vivido todo tipo de abusos de parte de la mamá de mi esposo y eso me llevo a convertirme en una persona muy resentida. No puedo negarle que él me defendía bastante de los ataques de ella, pero realmente supe lo que era odiar con esa señora. Sé que no es bueno tener sentimientos tan negativos hacia alguien y más cuando la persona no reconoce el daño que causó en tu vida, pero esto no me deja vivir en paz. Yo quiero sanar, por mí, por mis hijos y mi esposo. Ayúdeme.
Respuesta: Ante todo quiero felicitarte por tener la gallardía de enfrentarte ante una emoción que muchos la hubieran justificado, sin embargo, tu has escogido el camino del perdón pues te has dado cuenta que solo a ti te está consumiendo vivir así.
Perdonar significa que somos capaces de dejar ir las posibles injusticias que hemos vivido de parte de esa persona; que aceptamos sus imperfecciones, tanto si son conscientes como inconscientes. Si perdonas, podrás dejar el papel de víctima. Pero si no puedes hacerlo, difícilmente podrás crecer y dar sentido a lo vivido.
La parte mas difícil de perdonar la produce el saber que la otra persona no es consciente del daño que causó en nosotros y por lo tanto no existe un arrepentimiento de su parte; pero que eso no te detenga, pues aquí buscamos tu sanación.
Perdonar es hacer algo en tu interior para que deje de provocar un dolor. Cuando perdonas, le quitas el poder al otro de que siga haciéndote daño y te liberas de esa negatividad, de la culpa y del resentimiento. Por cierto, hay estudios que explican cómo el perdón tiene consecuencias neurobiológicas importantes y produce una mejora en nuestro sistema inmunológico.
El perdón es un camino que requiere de pasos lentos y algunas veces agigantados, así me gusta verlo, pues con él se acompañan emociones que muchas veces rechazamos, lo que implica en nosotros rabia, dolor, vergüenza, asco, desilusión e impotencia.
Lo importante es dejar de querer entender porqué la otra persona quiso hacerte ese daño, centrarte en la búsqueda de tu bienestar enfocándote en todo aquello que te produce paz y y cultivando en ti la compasión. Por eso, cada vez que llegue a ti ese pensamiento de algún recuerdo con relación a esa persona, recuerda que aquello que te hizo fue un reflejo de su vacío, de su falta de atención y/o de sus inseguridades. Y en ese momento, aunque te duela y sientas que no tiene sentido, lo perdonas.
Algo que debes aceptar es que no todo el mundo te va a querer, y que el simple hecho de ser, en ocasiones producirá en otros malos comentarios, envidia y hasta odio, pero así es la vida, y no debes permitir que esto frene lo que eres.
Verás que esto será un ejercicio que requerirá de un buen tiempo y quizás en algún momento hasta de un acompañamiento psicológico o espiritual, pero cuando des un paso hacia adelante no dejes de celebrar tu triunfo, no dejes de celebrar cada paso que des y no dejes de agradecer todo lo bueno que te rodea. l