Respeto en mayúsculas
La mayusculitis se puede evitar siguiendo las recomendaciones ortográficas
Las dificultades que experimentamos con las mayúsculas, más por exceso que por defecto, les han granjeado el quinto puesto de nuestra lista singular de los escollos ortográficos que más nos hacen dudar.
Cierran nuestro repaso, lo que no significa que esta humilde Eñe sea capaz de resolver todas las dudas sobre su uso. Al menos trataremos de recordar si debemos usarlas o no en contextos muy habituales en nuestro día a día.
El hecho de que una letra minúscula y una mayúscula representen exactamente el mismo sonido, es decir, que sean simples variantes gráficas con el mismo valor en el habla, no significa que sean intercambiables. Cada lengua establece sus propias reglas de uso e, incluso, las modifica y adapta a lo largo del tiempo.
Así, el español, según nos cuenta la Ortografía de la lengua española, tiene una notoria tendencia a la minusculización. No se dejen intimidar por la palabreja, se refiere a que nuestra lengua es cada vez más minimalista en cuanto al uso de mayúsculas.
Por ejemplo, los nombres de los días de la semana y de los meses del año se escribían generalmente con mayúscula inicial en los siglos XVI y XVII; en cambio, en la actualidad la norma establece que los escribamos en minúscula, como nombres comunes que son.
Las mayúsculas se rigen por unas normas ortográficas comunes a todos los hispanohablantes, establecidas por la Ortografía de la lengua española.
No son reglas arbitrarias, han sido acordadas por las academias de todos los países donde se habla español como lengua materna, con respeto a la historia de nuestra lengua, a su tradición y a los usos de los buenos hablantes.
Nuestro deber es conocer estas normas y respetarlas. La Ortografía nos recuerda que «la mayúscula es la forma marcada y excepcional, por lo que se aconseja, en caso de duda, seguir la recomendación general de utilizar con preferencia la minúscula».
No se engañen, mayúsculas y minúsculas son diferentes en la escritura, pero no tanto. Por ejemplo, se comportan igual ante la tilde y la diéresis. Las reglas ortográficas para aplicar tildes y diéresis rigen de igual forma para minúsculas y para mayúsculas.
Por lo tanto, borren esa idea de que a las mayúsculas no se les pone tilde: Óscar Álvarez volvió a África. Éxitos en su nuevo destino.
Si quieren evitar esa enfermedad tan común a la que algunos llaman mayusculitis, pueden empezar por suprimir la mayúscula en las fórmulas de tratamiento, en los títulos y en los cargos.
Por importante, destacado, señalado o admirable que nos parezca el papa, la presidenta, el obispo, la licenciada o la doctora; por más que nos dirijamos a alguien como señor, señoría, excelencia, santidad o majestad, en nada disminuirá o aumentará nuestro respeto o admiración, su categoría o su posición, si los escribimos correctamente en minúsculas.
Mantenerlos o acrecentarlos será responsabilidad de los titulares de los cargos; para los hablantes la responsabilidad se circunscribe a respetar las normas ortográficas de nuestra lengua.
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