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No hay palabras

Vaya hoy este manojo de palabras hermosas como recuerdo a las víctimas y como humilde muestra de solidaridad con sus familiares

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No hay palabras
Las palabras existen, pero resultan insuficientes para expresar lo inabarcable. (DIARIO LIBRE)

¡Cuántas veces dicho en estos días «no tengo palabras», «no hay palabras para expresar lo que siento»! Y, en una de esas paradojas que nos regala la vida, no es cierto, pero no deja de ser verdad.

Las palabras están ahí, pero lo que queremos expresar es tan hondo y tan inabarcable que nos cuesta encontrarlas y, cuando la hacemos, siempre se nos quedan cortas.

Vaya hoy este manojo de palabras hermosas como recuerdo a las víctimas y como humilde muestra de solidaridad con sus familiares.

La solidaridad es un buen punto de partida. Como con todas las palabras que nos van a acompañar hoy, acudimos al Diccionario de la lengua. La solidaridad se define como la ´adhesión circunstancial a la causa o la empresa de otros´.

Y solidaridad tiene en su raíz del adjetivo sólido: ´firme, macizo, denso y fuerte´, y también ´asentado, establecido con razones fundamentales y verdaderas´. Y así se siente la solidaridad. Y muy cercana a la solidaridad está la palabra compasión.

Aunque a veces algunos la tiñen de cierto matiz despectivo, para mí no es así. La compasión expresa el ´sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien´.

Ese elemento con- (com- ante b o p) tiene en la frialdad de la definición del diccionario el significado ´reunión´, ´cooperación´ o ´agregación´, pero las palabras viven fuera de los diccionarios y en la vida ese mismo prefijo nos habla de sufrimiento compartido, de dolor ajeno al que fraternalmente nos adherimos; y, como en compasión y compadecerse, lo encontramos en muchas palabras que rezuman humanidad:

  • conmoverse y conmoción, compungirse y compunción, contristarse, y las hermosísimas conmiserarse y conmiseración, condolecerse, condolerse y condolencia.

¡Cuántas condolencias en estos días! Participar en el dolor ajeno y expresarlo. Y nos acercamos y damos nuestras condolencias o nuestro pésame.

Pésame, definido por el Diccionario de la lengua española como ´expresión con que se hace saber a alguien el sentimiento que se tiene de su pena o aflicción´. Dicho con el corazón, el pésame habla de pesar compartido. Me pesa tu dolor; porque el dolor pesa, es pesar y pesadumbre.

Por eso cuando nos ofrecemos a compartirlo, nos ofrecemos a aliviar, aunque sea de forma simbólica, la carga del otro. Y con él conlloramos, lo acompañamos en el llanto o en el dolor, nos asociamos a sus sentimientos.

Y así las palabras, aunque no acudan, nos acompañan. Bastan un abrazo conciliador o una presencia concordada. En tiempos de duelo nos congregamos, aun en la distancia, para que nuestros corazones latan a un tiempo, un tiempo de concordia, una palabra en cuyo interior late un corazón.

Ya habrá otro tiempo de inconformidad y de desconformidad. Ahora toca consolar, ´aliviar la pena o la aflicción´ –si es que es posible–, aunque sea un poco, confortar ´animar, alentar a una persona afligida´ y reconfortar ´confortar de nuevo´.

Y cuando comulgamos en el dolor, cuando lo compartimos, el sentir con el otro, al menos momentáneamente, nos concilia, nos reconcilia, nos concierta, nos concuerda, nos pone a latir con el mismo corazón dolorido.

Mis más sinceras condolencias, pésame el dolor de tantos.

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María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.