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Embarazo múltiple: del llanto a la felicidad plena

Este es el testimonio de una madre que pasó del impacto y la incertidumbre a la alegría de criar a tres hijas pequeñas

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Embarazo múltiple: del llanto a la felicidad plena
Un embarazo múltiple llega cargado de sorpresa y dudas, que se transforman luego en felicidad, tal y como relata María Alicia, la mamá de Alessa, Chiara y Marella. (FUENTE EXTERNA)

Un embarazo múltiple siempre va acompañado de una expresión: "¡qué bendición!". Y es muy cierto. Sin embargo, eso de que cada niño viene con el pan debajo del brazo es relativo, más aún con un dólar rozando las nubes.

Si, además, la llegada de un embarazo múltiple sorprende a la familia cuando ya hay una niña menor de dos años demandando todo el cariño y el tiempo que se precisa a esa edad, la historia se torna aún más "entretenida".

En el marco del Día Mundial de los Nacimientos Múltiples, compartimos la historia de María Alicia Marra, de 35 años, madre de tres niñas pequeñas —una hija mayor y gemelas—, quien vivió en carne propia el impacto, los desafíos y las alegrías de traer al mundo a más de un bebé al mismo tiempo.

Su vivencia desde el día cero

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Un embarazo múltiple siempre es una sorpresa para toda la familia. (SHUTTERSTOCK)

Cuando menos lo pensábamos, nos cambió la vida de una forma positiva, gracias a Dios. Siempre había querido tener hijos; desde pequeña decía que quería tres o más. Nunca imaginé que eso se me iba a cumplir en el momento menos esperado.

Nos casamos en 2016 y esperamos un tiempo para buscar a nuestra primera hija, que nació cuatro años después, justo en plena pandemia, lo cual fue un reto mayor para una primeriza. Pero lo logramos, y gracias a Dios todo salió bien con Chiara, así le llamamos.

Vivíamos en un apartamento pequeño de dos habitaciones. Contábamos con una señora que iba todos los días a realizar los quehaceres de la casa y me ayudaba con Chiara mientras yo tenía que hacer alguna diligencia.

Jannette, quien sigue con nosotros, concluía su jornada y regresaba a su casa. Luego nos quedábamos mi esposo, Fabrizio, y yo con la niña.

Decíamos: "deberíamos quedarnos solo con Chiara, es tan fácil y realmente es una niña muy buena". No pensábamos buscar más hijos por un buen tiempo.

Nuevo embarazo

Soy amante del café, todas las mañanas lo tomo y eso no es negociable. Pero un día me desperté y no me apetecía, al contrario, me daba asco. Se lo comenté a Fabrizio, aunque no le di mucha importancia.

Pasaron los días, seguía con el malestar y me di cuenta de que tenía un retraso. Compré una prueba de embarazo. Era viernes en la noche. No pasaron ni cinco segundos cuando aparecieron dos rayitas bien marcadas: estaba embarazada.

Empecé a llorar, no sé si de emoción, tristeza o incertidumbre, pero lloré bastante. Se lo envié al doctor, quien me dijo: "hazte unos análisis mañana y ven el lunes con los resultados".

El lunes fui a su consultorio sola, pues pensaba que solo llevaría los resultados. Al revisarlos, me dijo: "quiero que subas a hacerte una sonografía". Subí y me atendió un doctor que nunca había visto. Mientras me chequeaba no decía nada; yo no aguanté más y pregunté:

—Doctor, ¿pasa algo?
—No, todo está bien —respondió.
—¿Pero hay más de uno?
—Sí, hay más de uno. Déjame seguir viendo.

En ese momento me nublé. No escuché más nada de lo que decía. Empecé a llorar como una niña, sola en el consultorio. Él trataba de calmarme: "pero todo está bien, tranquila, solo que hay más de un bebé".

Al salir, llamé a mi esposo llorando sin parar. Él, sorprendido, solo me preguntaba si el bebé estaba bien. Cuando logré calmarme le dije: "hay más de uno". Se quedó en silencio y luego respondió: "te escucho, tranquila, todo estará bien".

Llamé a mi mamá y le conté. Ella solo me dijo: "¿y por qué lloras? Eso es una bendición".

Todo fue muy rápido e inesperado, pero gracias a Dios, las chicas nacieron el 20 de diciembre de 2022. Llegué a las 37 semanas y media. Nuestro mundo cambió desde que supimos que venían Alessa y Marella, como las nombramos.

Tuvimos que mudarnos a un apartamento de tres habitaciones, cambiar el vehículo por uno donde cupiéramos todos y contratar más de un servicio de asistencia durante la semana y los fines de semana. Absolutamente todo cambió.

Equilibrar tres niñas pequeñas

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Chiara, Alessa y Marella. (FUENTE EXTERNA)

Lo más difícil fue que Chiara, la mayor, tenía apenas un año y nueve meses. Requería de nuestra atención constante, lo normal a esa edad. Me veía obligada a pedir ayuda a mi mamá para cuidar a las gemelas y poder dedicarle tiempo a Chiara, porque los bebés no lo sentirían tanto como ella.

Los celos llegaron: cuando cargaba a las gemelas, Chiara me decía: "mamá, llévalas a la cuna y ven conmigo", y así lo hacía. A veces, mis amigas se llevaban a Chiara a dar una vuelta para que yo pudiera compartir con las gemelas, que también necesitaban a su mamá.

Mi consejo para las madres que tienen un bebé y luego pasan a un embarazo múltiple es dar toda la atención posible al hijo mayor, que siente que le "quitan" a sus padres y no entiende lo que está pasando.

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Infografía
Alessa, Chiara y Marella. (FUENTE EXTERNA)

Yo también involucraba a Chiara en el cuidado de sus hermanitas: le decía que era mi "asistente" y me ayudaba a pasar la leche, el pamper o la cremita. Así no sentía tantos celos y compartíamos juntas.

Gracias a Dios, hoy en día se aman... y se pelean también (risas).

TEMAS -

Norys Sánchez es periodista. Formó parte del equipo fundador de Revista Rumbo y Diario Libre. Fue editora de la revista Madre Única. Autora del libro La palabra de los sueños, una selección de entrevistas a personalidades del mundo político, económico, diplomático y social del país, y "Eternamente Oliver", donde relata sus vivencias con su perrhijo Oliver y cómo se convirtió en un miembro más de la familia.