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Miguel Yarull, entre imágenes y palabras

El escritor dominicano concibe la literatura como un maratón de trabajo constante.

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Miguel Yarull, entre imágenes y palabras
El escritor dominicano Miguel Yarull, concibe la literatura como un maratón de trabajo constante. (FUENTE EXTERNA)

Miguel Yarull recuerda con exactitud el día en que el cine le encendió todos los bombillos internos.

Tenía ocho años cuando, un 25 de diciembre, fue con sus primos a ver La guerra de las galaxias. No sabía entonces a qué se dedicaría, pero sí que las historias serían el territorio donde quería quedarse.

Con los años, esa chispa de asombro se transformó en necesidad de crear. En los ochenta, con la llegada de MTV y la televisión por cable, surgió el impulso de formar una banda con sus amigos del vecindario.

Le tocó la batería —porque era lo que quedaba—, aunque pronto descubrió que su talento estaba en las letras, componiendo canciones en español, porque lo que buscaban era ser entendidos.

Pese a que la música y el cine marcaron su adolescencia, el destino lo llevó a la ingeniería civil, oficio al que dedicó tres décadas.

La escritura, sin embargo, supo esperar. En 1997 aparecieron sus primeros cuentos y, en 2008, vio la luz Bichán: catorce cuentos y el de Montás. Desde entonces ha entendido que la literatura no responde a golpes de suerte, sino que es un maratón donde cada paso visible descansa sobre años de trabajo silencioso.

Para Miguel, lo esencial es provocar complicidad con el lector, emocionar incluso a través de personajes incómodos.

Sus cuentos —su verdadero salón de juegos— son el lugar donde experimenta sin ataduras y apuesta por finales abiertos, esos que dejan la última palabra en manos de quien lee.

En Guapo (2023), su primera novela, creó un protagonista entrañable, un antihéroe que refleja nuestras contradicciones.

Su escritura está anclada en Santo Domingo, la ciudad donde ha nacido y vivido, y se distingue por el uso de neologismos y dominicanismos asumidos sin complejos.

Rechaza la neutralización del idioma porque cree que la literatura más viva es la que permanece al alcance de todos, y procura que el lector, al adentrarse en esas páginas, se interese y descubra una identidad compartida.

Detrás de esa apuesta hay una obra que se lee con disfrute, ligera en apariencia pero sostenida por un trasfondo sólido, una mirada crítica sobre la sociedad dominicana y la condición humana.

Su recorrido por la música, el cine y la literatura lo ha llevado al lugar que le corresponde: un espacio donde la escritura es identidad, gozo y profundidad.

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Abogada especialista en derecho administrativo, entusiasta de la cultura y la palabra escrita.