La reinvención constante de Juan Tallón
El escritor gallego se reinventa con Mil cosas, una novela sobre la velocidad contemporánea

Juan Tallón eligió estudiar Filosofía, no por vocación académica, sino porque intuía que le daría más tiempo para leer y escribir.
Esa decisión le dio algo más que horas libres: una mirada distinta sobre la realidad, pues para él lo que distingue a un escritor es la forma en que observa el mundo, cómo lo interroga y lo exprime.
Esa mirada se trasladó pronto a su literatura. Todas sus novelas son distintas, y lo asume casi como una regla. Le gusta situarse en territorios que no domina, enfrentarse a proyectos que en principio no sabe cómo abordar y sorprenderse tanto como sorprender, mantener a sus lectores sin saber qué esperar de la próxima obra.
Aun así, reconoce ciertos hilos comunes: la atención a la estructura, el uso poco lineal del tiempo, la presencia de personajes arrojados al mundo y sometidos a la adversidad. También las atraviesa un humor particular y el anclaje en el presente, con sus problemas y contradicciones.
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Se considera un escritor rápido y suele trabajar primero sus proyectos en libreta, desarrollando tramas, personajes y conflictos. Cuando pasa al ordenador ya tiene un plan definido que le permite escribir en pocos meses, aunque después dedica más tiempo a reescribir.
Este método —casi como un plano de obra— le da seguridad sobre el punto de partida, el desarrollo y el final. Al escribir, sin embargo, siempre se reserva un margen de libertad para innovar y desviarse si lo cree necesario.

Con su más reciente libro, Mil cosas (Anagrama, 2025), el proceso fue distinto. Hasta diciembre de 2024 estaba trabajando en otro proyecto, pero llevaba tiempo con una idea suelta, el final de una historia.
El 14 de diciembre encontró de pronto el inicio y los protagonistas. Sin notas previas ni trabajo de libreta, empezó la novela. La escribió casi de una sentada, porque la historia pedía la misma velocidad que quería retratar.
El resultado es una denuncia de la prisa contemporánea, de esa vida acelerada que nos obliga a vivir en la línea de la asfixia, en la pura acción, estresados y atrapados por lo inmediato.
La novela no solo habla de la ansiedad contemporánea, sino que la encarna.
Esa velocidad refleja el ritmo de estos tiempos, donde la atención fragmentada apenas tolera lo breve, lo fugaz, lo que enseguida cede su lugar a otra cosa, hasta que al final del día solo nos queda la sensación de vacío.
Para él, la gran pérdida de nuestra época es la de la capacidad de sostener un pensamiento largo, de dejar que la mente se extravíe y divague.
Juan Tallón se reinventa en cada libro y en esa búsqueda nos arrastra a esa frontera movediza donde la ficción y la realidad se confunden hasta perder sus límites.

Jarouska Cocco