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Matsuo Basho
Matsuo Basho

Matsuo Basho, lo que la poesía le debe a las hojas de plátano

El poeta japonés enriqueció enormemente la forma del haiku de 17 sílabas y lo convirtió en un medio aceptado de expresión artística

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Matsuo Basho, lo que la poesía le debe a las hojas de plátano
El poeta japonés Matsuo Basho. (FUENTE EXTERNA)

Tras la muerte de su señor, el samurái permaneció aturdido respecto a qué camino tomar de ahora en más.

Hasta aquel día de 1666, su oficio había tenido que ver más con la poesía que con la naginata o la katana, pues, como compañero literario de Toda Yoshitada, el joven Matsuo Munefusa entró en contacto con el estilo poético haikai.

En torno a lo que precipitó su decisión hay todo tipo de rumores, desde que tuvo un lío amoroso con la esposa de Yoshitada hasta que el hermano de este, nuevo señor del clan, le apreciaba poco.

Nace el poeta

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Infografía

Los registros apuntan a que Matsuo estuvo viajando entre Kioto y, posteriormente, Edo. En el camino, completó su formación en caligrafía, filosofía y formas poéticas; formó parte de algunas antologías y se integró en los círculos culturales que florecían en Edo.

En esta última ciudad comenzó a tener discípulos que le pagaban para aprender del poeta.

Gracias a la escuela que fundó, encontró de qué vivir mientras renovaba las formas poéticas de la época, específicamente lo que se conocía como renga, un estilo de poesía compartida que comenzaba con una estrofa de tres versos de cinco, tres y cinco sílabas y otra de dos versos de siete.

Hasta las innovaciones de Matsuo, esta forma poética se utilizaba para las composiciones de alrededor de un centenar de poetas. Pero él lo redujo a composiciones de 36 estrofas.

El haiku

Fueron sus observaciones en la manera de iniciar estos poemas colectivos, junto a las de otras figuras de la poesía japonesa, las que dieron origen al haiku como se conoce actualmente. En principio, estos tres versos, de cinco, siete y cinco sílabas, indicaban el inicio del renga.

Un maestro o poeta destacado iniciaba con un tema general, evitando aludir a cuestiones personales y sentimentales, capturando algún detalle o escena del momento en el que se encontraran. Luego, otro de los presentes remataba con los dos versos de siete sílabas e introducía la siguiente estrofa.

Según Octavio Paz, en el prólogo de Sendas de Oku, "el renga adoptó, a partir del siglo XVI, una modalidad ingeniosa, satírica y coloquial.

Este género se llamó Haikai no renga". La primera parte de esta forma se llamaba Oku, de ahí que cuando se separaran las partes de las estrofas, la primera fuera llamada Haiku.

En 1680, Matsuo ya era reconocido como un maestro de la poesía. Sus discípulos le organizaban viajes para dar a conocer su escuela; poemas suyos y de sus estudiantes aparecían en distintas antologías y su nombre se citaba junto al de maestros de Kioto y Edo.

Pero en el invierno de ese año decidió mudarse al otro lado del río Sumida, a las afueras de Edo.

Sus discípulos le construyeron una cabaña, y uno de ellos, llamado Rika, le hizo el mayor regalo que nadie nunca le había hecho a la poesía japonesa: le llevó a Matsuo la planta de plátano o Batsuo.

De la hoja de este árbol, el poeta, que había llevado distintos nombres y apodos desde su infancia hasta la fecha, encontró el nombre definitivo por el que pasaría a la historia: Matsuo Basho.

Así, él, que en aquel momento proponía la contemplación de la naturaleza para llevarla a la poesía, fue nominado por la naturaleza, invirtiendo el orden que en Occidente se da al hombre, al hacer que sea este el nombrado y no al revés, como sucede con Adán.

De esta época es el haiku:

La primavera

Qué bella es, qué grande

Y tantas cosas

[Tomado del libro Poesía Completa, traducción de Beñat Arginzoniz, Gallo de Oro Ediciones, 2020]

Toda la noche

Bajo las flores

Yo soy el ermitaño

[Traducción de Beñat Arginzoniz, Gallo de Oro Ediciones, 2020]

El mayor poeta de la historia

Para Fernando Rodríguez Izquierdo y Gavala, uno de quienes más ha aportado a la comprensión del haiku en español, Matsuo Basho es probablemente el mayor poeta de la historia.

Y dice, citando al poeta, que Basho era muy consciente de su arte y que así lo demostraba al compararse con quien está arando un campo o al invitar a reposar antes de leer alguno de sus poemas.

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Infografía

Para Octavio Paz, Basho vino a dar un poco de tranquilidad y silencio a la explosión cultural y comercial que los tiempos de paz habían llevado a Japón durante el período Edo. Así, dice que la poesía japonesa, gracias a Matsuo Basho, "alcanza una libertad y una frescura ignoradas hasta entonces".

Pero hay otro aspecto que Basho otorga a la creación poética: la captura del camino. Como poeta, hizo innumerables viajes, en un rol casi de monje de las caminatas.

De hecho, una cantidad importante de sus poemas se escribieron en forma de diarios. De estos, quizás el más conocido sea Sendas de Oku, en la traducción hecha por Octavio Paz.

Este libro presenta los escenarios de un Japón profundo. Pero más que narrar el camino en el sentido topográfico, Basho se explora a sí mismo, pues, como explica Beñat Arginzoniz en una de sus notas a pie, contrario a lo que se acostumbraba en el haiku, Basho solía referirse a sí mismo en sus versos.

Para conocer la ruta real que hizo el poeta en aquel viaje, hay que acudir al diario que llevaba su discípulo y compañero Kawai Sora.

Luis Manuel López Gómez publicó un libro en 2020 con la traducción de ambos diarios, titulado Sendas hacia el interior y diario de Sora, bajo la Universidad Autónoma de Madrid, incluyendo una introducción y notas que profundizan en los distintos momentos del viaje.

La piedra que mata

Cerca de Kurobane se encuentra la Piedra que Mata. Como decidiese ir a verla, el administrador del señorío me prestó un caballo y un palafrenero. Durante el trayecto, aquel hombre de ruda apariencia me rogó que compusiese un poema. Me sorprendió tanta finura y escribí lo siguiente:

A caballo en el campo,

Y de pronto, detente:

El ruiseñor.

Detrás de la montaña, junto al manantial, se encuentra la Piedra que Mata. El veneno que destila sigue siendo de tal modo activo que no se puede distinguir el color de las arenas en que se asienta, tan espesa es la capa forjada por las abejas y mariposas que caen muertas apenas la rozan.

[Traducción y edición de Octavio Paz]

Hay otras etapas de Matsuo Basho, sobre todo al final de su vida, cuando pasó a tener una mirada mucho más melancólica. Pero, incluso en esta época, tuvo ánimos para hacer sus largos viajes, y poco antes de su muerte, escribió:

Viajando enfermo

Mis sueños atraviesan

Páramos secos.

Basho murió el 12 de octubre de 1694. En su lecho de muerte, los discípulos que le acompañaban en Osaka se esforzaban por atrapar las moscas que colmaban la habitación del poeta, sin poder deshacerse de ellas ni retener la vida del maestro.

TEMAS -

Es consultor en comunicación estratégica y escritor. Sus textos han sido publicados dentro y fuera del país, fue traducido al alemán y el italiano.