"Botero" exalta el ballet en su máximo esplendor
La obra es un ballet inspirado en las numerosas pinturas y obras de arte de Fernando Botero

El Ballet Nacional Dominicano presentó la exitosa obra "Botero" en la sala principal del Teatro Nacional Eduardo Brito, un espectáculo que se llevó aplausos de pie, con motivo de la celebración del 85 aniversario de la Dirección del Palacio de Bellas Artes.
La obra original colombiana del Ballet Metropolitano de Medellín y creada por la coreógrafa Annabelle López Ochoa, fue dirigida en República Dominicana por Stephanie Bauger.
El bailarín Eliosmayquer Orozco se elevó como el Botero dominicano. Brilló con su desplazamiento, técnica e interpretación en solitario y en las escenas con los bailarines sirviendo como hilo conector de la pieza.
A las 8:40 de la noche del pasado jueves 3 de abril, arrancó la puesta en escena con un solo de Eliosmayquer Orozco.
Una naranja desciende del techo y los bailarines comenzaron a enmarcarse en los cuadros.
Las obras figurativas, cotidianas, costumbristas y llenas de volumen del legendario artista colombiano Fernando Botero (1932-2023), cobraron vida en 14 escenas divididas en dos actos.
"En Naranja, de Botero, un gusano parece atravesar la fruta; además del recuerdo de la tradición del bodegón, este detalle crea una tensión entre formas de dimensiones tan diferentes".
El volumen
Acto seguido comenzaron los volúmenes con la salida de las toreras, una remembranza al Botero de 15 años de edad en la escuela de tauromaquía. Pero su miedo a ellos fue tan extremo que en vez de ser un matador se dedicó a pintarlos.
Al son del tango, las parejas de bailarines danzaron al compás de la vida y aquí entran los vestidos coloridos y el volumen que tanto caracterizó el legado de Botero.
No fue necesario conocer la historia del artista para que este ballet hablara por sí solo. La pieza explora temas universales que invitan a reflexionar sobre la identidad y la cultura, abordando de manera contemporánea y real las experiencias humanas a través de la danza.
La diseñadora de vestuario, Diana Echandía, asumió el titánico reto de confeccionar más de 30 trajes artesanales que no solo evocan el estilo pictórico de Botero, sino que permitieron a los bailarines ejecutar exigentes secuencias técnicas. Las máscaras y tocados, modelados y vaciados a mano, dotaron a los personajes de una teatralidad onírica.
- En la función anterior, el joven bailarín colombiano Juan Pablo Rodríguez interpretó a Botero y mostró su agradecimiento de estar invitado con el Ballet Nacional Dominicano.
"No pinto mujeres gordas. Nadie me cree pero es verdad. Lo que pinto son volúmenes", se escucha un audio de una entrevista de archivo cuando los artistas de la danza, con vestuarios aumentados a propósito, irrumpen en escena con una coreografía llena de fuerza y elegancia a pesar de la desproporción estética que simulan los vestuarios.
- Otro momento destacado del ballet fue el equilibrio y la conexión que brindaron Eliosmayquer como el pintor y Laura de los Santos, interpretando una mosca.
- De acuerdo con las anécdotas que giran sobre Fernando Botero, este a veces pintaba una mosca para conseguir el equilibrio perfecto en sus obras de arte. Y así se vieron estos profesionales en escena.

Con su ropa manchada de pintura y su pincel en la camisa, el Botero dominicano era acompañado de aquella mosca en un deslumbrante viaje de creatividad.
Desnudos
"Intenté ser sutil en mi aproximación al tema del erotismo, y por eso no se ven los [órganos] sexuales de los personajes". Así se describe la escena cuatro que marcó el primer acto. Dentro de ese baile erótico apareció en escena un bebé por varios segundos. Fue su mejor actuación sin saberlo y lo hizo sin llorar.
"Frutas bailando" fue una oda a la naturaleza muerta y el tango estuvo en la música y en la danza esa noche.
Crítica social
La mirada a la sociedad colombiana se refleja en las escenas siguientes del segundo tiempo de la obra "Botero". Los 19 bailarines recrean un "Circo" como una crítica a que todo puede suceder, a la violencia y el poder y que los payasos pueden ser muchos.
Estas reflexiones continuaron con la ola de terror que vivió Colombia en la década de los 80 y 90.
En la escena 10 "Blanco y Negro", el público es transportado a 1995, a la escultura "El Pájaro", utilizada como "Caballo de Troya" para detonar 10 kilos de explosivos en la Plaza de San Antonio matando e hiriendo a muchas personas.
Caballos y Obispos. Aquí, hace una aproximación a la iglesia, a los conservadores y liberales, en medio de la ejecución de danza contemporánea y pasos virales.
Tres bailarines vestidos alegóricos a los obispos, utilizaron máscaras de gran tamaño en representación de la obra maestra pintada en 1958: "Los obispos muertos".
Finalmente, los artistas de la danza ejecutaron con una impecable coreografía un batallón de policías y militares ataviados de negro para la escena 13 "Escobar".
Sus pisadas y sincronía marcaban fuerte el paso como símbolo de lucha y coraje. Un bailarín vestido de rojo, y con la máscara que simulaba el rostro de Escobar, cayó abatido y acto seguido una bailarina, de blanco, lo rodea con pasos sutiles en referencia a la calma y la paz que se produjo en 1993.
Sin embargo, esta pieza de ballet deja claro que la muerte de Escobar no puso fin a la violencia de Medellín, y el propio artista fue víctima de un secuestro fallido en 1994.
Resiliencia
"El arte debe ser un oasis; un lugar o refugio ante la dureza de la vida". La obra "Botero" termina con notas altas evocando el buen arte. Porque tal y como Botero llegó a decir:
"No he encontrado una cosa que me dé más placer, emoción y que me llene más que pintar. Pinto para mí. Pinto hasta que la pintura me da placer. Quiero morir pintando".