×
Versión Impresa
versión impresa
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Juegos
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Redes Sociales

VIDEO | "Entre 500 y 700 millones de dólares": el impacto cultural y económico de la residencia de Bad Bunny

El académico y decano puertorriqueño, Javier Hernández Acosta, habló con Diario Libre antes de su participación en la quinta edición del Foro Economía Naranja, que se desarrolló ayer en el país

En Puerto Rico hubo un momento en que la música, la cultura y la economía se alinearon como nunca antes. No fue un festival, ni una semana de celebraciones patrias. Fue una residencia artística de Bad Bunny, Benito para los cercanos, que transformó el Coliseo de Puerto Rico en un templo cultural, económico y social.

El impacto fue tal que aún se sienten las ondas expansivas en toda la región. Y quien lo dice no es un fanático más, sino Javier Hernández Acosta, músico, académico y decano de la Escuela de Artes, Diseño e Industrias Creativas de la Universidad de San Aguas Corazones en Puerto Rico. Con claridad y cifras en mano, describe un fenómeno sin precedentes.

"Estamos hablando de un impacto económico de entre 500 y 700 millones de dólares. Solo en boletos se vendieron más de 46 millones. Más de 500 personas trabajaban cada noche. El tren urbano movió unas 250 mil personas. Y hubo más de 460 mil asistentes en total. Esto es histórico", afirma con convicción.

Pero lo más importante, insiste, va mucho más allá del dinero.

"Hay impactos indirectos que son igual o más valiosos: conexión con el turismo, desarrollo económico, visibilidad de la identidad cultural y reafirmación de lo que somos. Eso es lo que hacen las industrias creativas: dinamizan y transforman sociedades".

Una experiencia de país

Desde la primera noche de la residencia, algo quedó claro: esto no era solo un concierto. Fue una movilización nacional. Las redes sociales explotaron con videos, reacciones, y emoción. La gente no solo asistía, sino que participaba. Empresas, marcas, instituciones públicas y privadas... todos se sumaron. Fue un fenómeno colectivo.

"El emprendimiento creativo tiene una capacidad única de tender puentes", explica Hernández Acosta.

"Antes, el reguetón era visto como cosa de una sola generación o clase social. De pronto vimos un evento que unió generaciones, mezcló tradición con innovación, folclore con lo urbano, lo artesanal con lo comercial. Todo el país se sintió representado".

La integración fue tan natural como estratégica. Y fue orquestada cuidadosamente para que todos los sectores, grandes y pequeños, pudieran ser parte.

Expandir imagen
Infografía
Javier Hernández Acosta, músico, académico y decano de la Escuela de Artes, Diseño e Industrias Creativas de la Universidad de San Aguas Corazones en Puerto Rico. (DIARIO LIBRE / MATÍAS BONCOSKY)

Lo local como fuerza global

En tiempos donde muchos artistas latinos han sentido la necesidad de "globalizarse" adoptando estéticas y sonidos extranjeros, Bad Bunny hizo lo contrario. Se hundió más en sus raíces. Apostó por lo local. Por la historia, la estética y la sonoridad de su tierra.

"Eso es lo más interesante: fue contraintuitivo. Lo lógico sería seguir repitiendo la fórmula del éxito global. Pero él apostó por nuevas sonoridades, nuevos formatos, nuevas propuestas. Fue un cambio disruptivo", dice Hernández Acosta.

Y añade algo aún más poderoso: "Aquí se demostró que la cultura nunca es un obstáculo. Lo que somos es lo que el mundo quiere ver. A veces creemos que hay que parecerse a otros modelos para triunfar. Pero no. Aquí el éxito vino precisamente de afirmar lo propio".

Prepararse para cuando llegue la oportunidad

Aunque el fenómeno Bad Bunny parezca inalcanzable para muchos artistas emergentes, hay lecciones muy claras y aplicables. Hernández Acosta cita un ejemplo inspirador: Los Pleneros de la Cresta, un grupo tradicional puertorriqueño que fue parte del show y del disco.

"Ellos estaban listos. Llevaban años construyendo su proyecto, tenían mercancía, rutas turísticas en su pueblo, un producto bien pensado. Cuando se encontraron con Benito en un festival, él les dijo: ´Ustedes no lo saben, pero ya están en el disco´. Así fue. Porque estaban preparados".

Ese es, para él, uno de los grandes mensajes del fenómeno: "Los emprendedores creativos deben estar listos. A veces la oportunidad no avisa. Y si no tienes estructura, equipo o estrategia, simplemente se te va".

"La integración ha sido tan natural como estratégica; fue orquestada cuidadosamente "Javier Hernández Sobre residencia de Bad Bunny

Redes sociales: un escenario paralelo

Parte del éxito de la residencia no se vivió en el Coliseo, sino en los teléfonos de millones de personas. Cada noche, cientos de miles de contenidos eran creados y compartidos en redes. Y eso no fue accidental: fue parte del diseño de experiencia.

"Todo se pensó para que el público pudiera co-crear contenido: desde las sillas, las presentaciones sorpresa en Río Piedras, la rotación de invitados. Eso mantuvo la conversación viva durante semanas".

Hernández Acosta es claro: "El emprendedor que no entienda esta dinámica digital, se queda fuera. No es solo tener redes. Es diseñar productos y experiencias que inviten a la audiencia a participar".

Expandir imagen
Infografía
Bad Bunny

El Caribe en la conversación global

Con la mirada puesta en la región, Hernández Acosta insiste en que este no es solo un caso de éxito local. Es un llamado de atención para todo el Caribe y Latinoamérica.

"Uno de cada cinco personas en Estados Unidos es latino. Nuestra cultura no es marginal, es parte fundamental del mundo. El hecho de que Bad Bunny vaya a estar en el Super Bowl es un mensaje: estamos en el centro de la conversación global".

Pero aclara que no basta con celebrar. Hay que actuar. "Ahora lo que toca es pensar a largo plazo. Esto no puede ser un evento aislado. Tenemos que construir estrategia, conectar los ecosistemas, crear políticas públicas que entiendan la economía creativa como motor de desarrollo".

Foro Caribe Naranja: pensar colectivamente

Desde hace cinco años, Hernández Acosta ha sido parte activa del Foro Caribe Naranja, que este año lo trae de nuevo a República Dominicana.

"Estuve en el primer foro en 2021, y desde entonces supe que era importante. Este espacio sirve para que la industria creativa se reconozca a sí misma como eso: una industria. Nos permite conectar, compartir experiencias y pensar juntos el futuro".

Recalca que el nombre "Caribe" no es decorativo, sino esencial: "Nuestros países tienen condiciones similares, retos comunes y recursos compartidos. No tiene sentido accionar de forma aislada. Este foro es la oportunidad de accionar como región".

Un mensaje para los creativos latinoamericanos

  • A modo de cierre, el decano deja un mensaje directo, claro y lleno de motivación para quienes crean desde cualquier rincón del Caribe o Latinoamérica: "Todo ese talento que tienen puede convertirse en empresa. No se trata solo de tener ideas, sino de gestionar bien esas ideas, de formar equipos, buscar apoyo y estructurar sus proyectos para que sean sostenibles".
  • "La creatividad no es solo inspiración. También es estrategia. Y, cuando se gestiona bien, tiene el poder de transformar comunidades y economías. El caso de Bad Bunny lo demuestra. Y eso está al alcance de todos, desde su propia perspectiva, con su propio lenguaje".
TEMAS -

Periodista dominicano con experiencia en medios escritos impresos y digitales. Formado en el área de marketing digital y periodismo digital. También cuenta con experiencia en televisión.