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Moda sostenible
Moda sostenible

El lujo de la sostenibilidad, ¿quién puede pagar el precio?

Un informe publicado por Textile Exchange, coloca nuevamente a la industria textil en el ojo del huracán y a las iniciativas sostenibles entre signos de interrogación, al revelar que las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la producción textil mundial alcanzó niveles récord

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El lujo de la sostenibilidad, ¿quién puede pagar el precio?
Cara Delevingne en la campaña de verano 2024 de Stella McCartney, una colección elaborada con un 95 % de materiales respetuosos con el medio ambiente, sentando las bases para una moda sostenible. (@STELLAMCCARTNEY)

Las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la producción de materias primas para moda, calzado y textiles para el hogar han aumentado más del 20 % en los últimos cinco años, según datos de la organización sin fines de lucro Textile Exchange.

Comparado con otros sectores industriales, la industria textil se mantiene como una de las principales responsables de estas emisiones,

El reporte resalta que este incremento coincide con el predominio del poliéster a base de plástico en la combinación de materiales, el cual representa el 43 % de las emisiones derivadas de la producción de fibra a nivel mundial.

Este aumento se produce junto con el creciente auge de empresas de moda ultrarrápida impulsan la producción de prendas sintéticas y baratas.

La urgencia de buscar alternativas para reducir la huella ambiental de la moda pone en interrogantes todas las iniciativas que, por décadas, se han propuesto reemplazar de materias primas sintéticas por otras de fuentes orgánicas más responsables, priorizando los textiles con cualidades biodegradables.

Para los abanderados de la sostenibilidad, la supuesta solución al uso de materiales fósiles está en las arañas, los hongos, las frutas y hasta en los vegetales, en un intento por retomar la visión responsable de nuestros antepasados de que en la naturaleza están las respuestas.

Algunas empresas de biotecnología se enfocaron en esta premisa. Pero, ¿cuál es el precio de adjudicarse el sello "moda sostenible"?

Las tres gracias de la moda: orgánico, biodegradable y sostenible

Lo primero es estar claro en que estos tres términos no significan lo mismo: biodegradable es cuando los materiales pueden descomponerse de forma natural, sin dejar residuos tóxicos en el entorno y gracias a la acción de microorganismos.

La diseñadora Stella McCartney lleva la delantera en este ámbito con sus múltiples colaboraciones con empresas de biotecnología, entre ellas Radiant Matter, con la que creó el enterizo de biolentejuelas biodegradables que lució Cara Delevigne en la portada de la edición de abril 2023 de Vogue de Estados Unidos.

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Enterizo de Stella McCartney con Bioseguins de Radiant Matter, vestido por la modelo Cara Delevingne. (ANNIE LEIBOVITZ PARA VOGUE US)

Por otro lado, el denim fabricado a partir de maíz sería un ejemplo de tejidos sostenibles, una categoría más amplia que abarca aquellos materiales producidos de manera que minimizan el impacto ambiental y promueven la responsabilidad social.

Estos se obtienen a partir de recursos renovables, reciclados con procesos que reducen el consumo de agua, energía y químicos nocivos. La empresa Lycra presentará su colección a finales de septiembre con fibras hechas a partir de este proceso.

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Infografía
La diseñadora Stella McCartney también colabora con la startup californiana Bolt Threads y en 2017 presentaron un vestido deportivo fabricado con un hilo artificial de seda de araña que vistió la tenista hispano-venezolana Garbiñe Muguruza, campeona del Wimbledom de ese año. (FUENTE EXTERNA)

Finalmente, los tejidos orgánicos representan una subcategoría de los sostenibles, caracterizados por ser cultivados sin el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos.

Las últimas colecciones de firmas de lujo, como Alaïa o Proenza Schouler, son muestra de sus usos en la alta costura y el ready to wear.

Pero entonces ¿es un lujo ser "sostenible"?

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Infografía
En su desfile de alta costura Otoño/Invierno 2026, la diseñadora Iris Van Herpen incluyó un vestido de novia confeccionado con una proteína de origen biológico sintética por la firma de biotecnología Spiber. (IRIS VAN HERPEN)

La lección de hoy es cortesía de los chinos, ya que la idea de fabricar textiles a partir de las plantas no es nueva.

Desde que las primeras civilizaciones decidieron que tirar tela era relevante para la jerarquía social, la seda era considerada tan importante como el oro, el secreto de su fabricación era el tesoro para ellos y corría el rumor de que este tejido se hacía con las telarañas del palacio imperial.

No está claro quién reveló el secreto que cambiaría la industria de la moda con lo que, hasta hoy, se considera una de las primeras innovaciones de biotecnología textil, pero sí que gracias a los rumores la China antigua logró una ventaja económica y comercial significativa frente a las demás civilizaciones. Fin de la lección.

En resumen, buscar soluciones en la naturaleza, es retomar las tradiciones de las civilizaciones antiguas, pero con las ventajas de la tecnología actual.

Aunque con esa ventaja no parece que se haya avanzado mucho, al menos eso es lo que demuestra el reporte de Textile Exchange. Y, al parecer, igual que en la antigüedad, el costo tiene todo que ver, convirtiendo cualquier resultado en un lujo que pocos pueden pagar.

El punto es que sí, es caro

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Colección de Alta Costura Unveil FW 2024–2025, de Yuima Nakasato, en la Semana de la Alta Costura en París elaborada con Biosmocking, una técnica de modelado textil para crear texturas tridimensionales, en colaboración con Spiber, a partir de los materiales Brewed Protein. (YUIMA NAKASATO)

En febrero de 2024, la empresa sueca Renewcell, una de las tantas que experimenta con nuevas materias primas, se declaró en bancarrota por falta de clientes.

Sí, aquellos que debían asegurar el futuro de la industria, y ayudar a que su producto escalara no estaban colaborando. Fue hasta junio de 2025 que se anunció su rescate por parte de una firma de capital privado llamada Altor.

Irónicamente esta empresa tenía como clientes y socios minoritarios a varios de los gigantes del mercado de la moda rápida.

Lo cierto es que, desde que la narrativa de la "moda sostenible" empezó a tomar fuerza, la creatividad en cuanto a líneas, siluetas y colores se ha reforzado con innovaciones textiles.

Frutas, vegetales y algunos insectos lideran el terreno de los biomateriales con los que se fabrican prendas que aspiran a convertirse en tendencia, muchas de las cuales se quedan en prototipos, por el alto costo de fabricación el cual impacta significativamente en el precio final.

Empresas como Renewcel compiten con proveedores de materia prima que se suplen a la mayoría de los fabricantes de la ropa que se encuentran en plataformas de producción rápida, en su mayoría hechas de poliéster, esto contribuye a que ese aumento del que alerta Textil Exchange no solo sea alarmante si no a simple vista indetenible.

Hace décadas las esperanzas estaban puestas materias primas tan raras como los hongos, las frutas y hasta la tela de araña, sin embargo los costos operacionales hacen que un emprendimiento de moda "sostenible" se convierta, sin querer queriendo, en una marca de lujo.

Y sí, existen consumidores dispuestos a pagar entre 300 y 1,500 dólares por un par de zapatos hechos de biocuero de residuos de aceitunas, un bolso de residuos de uva, pero la mayoría no cuenta con el poder adquisitivo para hacerlo, así que sus productos adquieren jerarquía social igual que la seda en los tiempos antiguos.

En última instancia, el reporte de Textile Exchange obliga a confrontar una verdad incómoda: la sostenibilidad sigue siendo, en gran medida, un lujo.

La pregunta es: ¿cómo se democratiza la sostenibilidad para que deje de ser un privilegio y se convierta en la nueva norma?

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 Diseñadora de moda y periodista, diseña cuando quiere, escribe cuando puede. Docente en el Instituto Técnico Superior Comunitario y Chavón Escuela de Diseño.