Adiós a Sissy Bermúdez, la diseñadora que vistió al Caribe con identidad
Pionera del diseño sostenible, esta santiaguera marcó a toda una generación con su visión caribeña, ligada a la tierra, y su amor por los materiales locales

La moda dominicana amanece más silenciosa. Se ha ido Sissy Bermúdez, una creadora que no solo diseñaba ropa: construía identidad.
Sus manos, firmes y delicadas a la vez, elevaron los materiales locales a un lugar de prestigio, convirtiendo lo simple en extraordinario y lo natural en lujo consciente.
Su muerte deja un hueco profundo en el sector, pero también un legado vibrante que seguirá respirando en cada textura, cada fibra y cada mirada que entienda la moda como una extensión de nuestra tierra.
Creativa sin fronteras
Sissy nació en Santiago y perteneció a la primera promoción del Instituto Tecnológico Mercy Jácquez, la escuela que vio despegar a la joven que soñaba con telas y formas mientras imaginaba un país reflejado en cada puntada.
Desde temprano trabajó en la confección de vestidos de alta costura, especialmente trajes de novia y piezas diseñadas para marcar un antes y un después en eventos memorables.
Muchas figuras de la sociedad dominicana y española llevaron sus creaciones, pero más allá de quién las luciera, lo que siempre destacaba era el sello Bermúdez: un equilibrio perfecto entre naturalidad y sensualidad, entre raíz y contemporaneidad.
Diseñadora sostenible

Su firma estética tenía un punto de partida claro: la naturaleza.
Nadie fusionó los frutos de la tierra con la moda como lo hizo ella. Sissy fue la embajadora del lino cuando aún no era tendencia; la diseñadora que entendió que la frescura del Caribe podía traducirse en elegancia y que la moda sostenible no era discurso, sino una manera honesta de vivir y crear.
Sus colecciones parecían susurrar historias de campos, de luz, de viento. Eran piezas que no solo se llevaban, se habitaban.
Con el tiempo, su creatividad se expandió más allá de la moda. Incursionó en joyería, bisutería y carteras; exploró materiales, formas y colores con la misma sensibilidad que aplicaba al diseño textil.
En el año 2000 representó a la República Dominicana en la Bienal de Francia, donde presentó una línea sorprendente de tablas para quesos y cucharitas de café elaboradas con materiales dominicanos.
Sissy no solo conquistó al público; también abrió mercado en varios países europeos, demostrando que la artesanía local podía dialogar de tú a tú con el diseño internacional.
Mundo del diseño
Su partida ha provocado un eco de despedidas entre colegas y admiradores. El diseñador Leonel Lirio, amigo cercano, escribió: "Vuela alto, querida amiga Sissy Bermúdez. Tus creaciones seguirán contando tu historia y serás leyenda".
La diseñadora Elisa Morató también expresó su pesar: "Paz a su alma... Que brille la luz eterna para nuestra querida e inolvidable Sissy".
Cada mensaje, cada muestra de cariño, resalta lo evidente: Sissy Bermúdez no fue una diseñadora más. Fue una visionaria que entendió el valor de lo nuestro cuando pocos miraban hacia adentro.
Su legado, profundamente ligado al diseño sostenible y al uso inteligente de materiales locales, seguirá inspirando a las nuevas generaciones de creativos que buscan autenticidad en un mundo saturado de tendencias pasajeras.
Hoy la moda dominicana se viste de luto, pero también de gratitud. Porque Sissy sembró luz, texturas y conciencia. Y esas semillas no mueren: florecen.

Para el diseñador Leonel Lirio, Sissy Bermúdez fue, ante todo, una artista de la naturaleza. Tenía la habilidad —casi mágica— de convertir materiales orgánicos y desechos naturales en piezas de gran belleza y volumen, logrando que cada creación llevara su sello inconfundible. Era una recicladora del estilo, una visionaria del diseño sostenible mucho antes de que este concepto se volviera tendencia. Su trabajo atravesó todos los territorios posibles: desde la alta costura hasta el prêt-à-porter y propuestas más sencillas, siempre con una línea clara que celebraba la figura femenina.
"La mujer fue siempre su gran bandera", recuerda Lirio. Diseñaba para una mujer elegante, con un estilo atemporal que, de alguna manera, reflejaba su propia esencia.
Su vínculo con Sissy venía de lejos: fueron amigos desde la infancia. Cuando Leonel llegó a la capital para iniciar su carrera, ella ya estaba establecida, entregada por completo al mundo de la moda. Y mientras desarrollaba su trayectoria creativa, también asumió roles de alta responsabilidad en el sector público; siendo muy joven trabajó en el Secretariado Administrativo de la Presidencia, durante la gestión de Rafael Flores Estrella. Luego formó una familia y nació su hija Mónica, uno de sus grandes orgullos.
Otro aspecto que Lirio destaca es su compromiso con la artesanía. Sissy tenía la inquietud constante de colaborar con artesanos locales, guiarlos y elevar su trabajo, pero sin renunciar jamás a su identidad estética. Lograba imprimir "el sello Sissy Bermúdez" incluso en piezas hechas en colaboración, algo que no todos consiguen.
En los últimos años, se reinventó nuevamente y se lanzó al ámbito digital, donde presentó su línea Sissy Bermúdez La Casa: piezas delicadas para la mesa y el servicio del hogar, diseñadas con la misma sensibilidad con la que trabajaba sus prendas. Paralelamente, continuaba desarrollando colecciones prêt-à-porter, porque la confección —confiesa Lirio— era su verdadera pasión.
La diseñadora convivió durante muchos años con la fibromialgia y, finalmente, fue el corazón el que le pasó factura. Lirio comparte, con melancolía, que tenían pendiente verse, ponerse al día, conversar como solían hacerlo. "El sábado pasado la tuve todo el tiempo en la cabeza", dice. "Así es la vida".
Con su partida, no solo se va una creadora talentosa, sino una amiga, una mujer que entendió la moda desde la raíz y la convirtió en un puente entre la naturaleza, la identidad y la belleza. Su legado, como asegura Lirio, seguirá hablando por ella.



