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Rosalía
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"Lux", una Rosalía divina frente a las decepciones terrenales

Este álbum se muestra especialmente intenso y esquivo a las etiquetas, con pianos o violines melodramáticos y aparentemente clásicos

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Lux, una Rosalía divina frente a las decepciones terrenales
La artista española Rosalía lanza su nuevo álbum "Lux" este viernes 7 de noviembre. (FUENTE EXTERNA)

Con Lux, su ambicioso y audaz cuarto disco de estudio que publica este viernes, Rosalía abandona las incertidumbres y decepciones del mundo físico, incluido el encuentro con amantes que son "terroristas emocionales", para, a través de la espiritualidad, abrazarse a sí misma y su poder, como en la portada, y volverse "divina".

Filtrado este miércoles en medio de una gran expectación, ya hay quien la ha elevado a los altares por la nueva vuelta de tuerca en registros al incorporar el canto lírico en Berghain.

Este es el primer anticipo, en un trabajo que aspira a ser luminoso desde su título de la mano de colaboradores como las españolas Silvia Pérez Cruz y Estrella Morente; la portuguesa Carminho; la islandesa Björk y el estadounidense Yves Tumor.

Hasta ese corte que cierra el primer tercio, este álbum se muestra especialmente intenso y esquivo a las etiquetas, con pianos o violines melodramáticos y aparentemente clásicos, pero que se revuelven sometidos a una producción electrónica y que provocan sacudidas como éxtasis místicos cuando en muchas de las canciones parece estar ya todo dicho.

"Soy la reina del caos", se autoproclama la cantante originaria de Cataluña (noreste de España), orgullosa en un álbum en el que hay ecos de Semana Santa y palmas flamencas, coros eclesiásticos, balada, canción italiana, poso portugués, dejes mexicanos y cuerdas arabizantes.

Y en el que, entre esa densidad, Rosalía no renuncia al humor: "La omnipresencia me tiene agotada", canta.

Rosalía, una diosa universal

Tres años ha tardado en dar forma a este proyecto que toma el relevo al ya aplaudido 'Motomami' (2022), tanto a sus sonidos (buena parte de la producción lleva su sello), como a sus letras, ya que, como declaró recientemente, en este álbum "la palabra va por delante de la música".

Lo indica que cante hasta en trece idiomas, aunque el castellano sea la espina dorsal del proyecto, con versos de lenguas tan diversas como el ucraniano, el japonés, el mandarín, el inglés o el catalán, lo que da una idea de la vocación universal del mismo.

Según sus declaraciones, el disco se divide en cuatro movimientos: "El primero habla de la pureza y su pérdida; el segundo, de la relación con el mundo; el tercero, de la gracia y la amistad con Dios; y el último, de las despedidas y el regreso".

"Primero amaré el mundo y luego amaré a Dios", canta en Sexo, violencia y llantas, el primero de los 18 cortes en la versión física de Lux (15 en la versión digital).

A través de ellos ese dios tomará también diferentes formas más allá de un credo concreto, inspirándose a la vez en las vidas de santas de todo el planeta, de Santa Teresa de Jesús a Hildegarda de Bingen.

Son varios los momentos por ejemplo en que es la propia Rosalía la que encarna esa divinidad que se reparte por la tierra.

En Reliquia, el segundo corte, la artista se va descomponiendo en fragmentos dignos de adoración. "Yo que perdí mis manos en Jerez", dice por un lado quien también se deja "la mala hostia en Berlín", para concluir: "Seré tu reliquia".

"Sé que fui hecha para divinizar", proclama justo después en Divinize, un tema en el que se declara "más viva que nunca" tras haber mordido la manzana, pese a lo que enfrenta a un dios benévolo.

"Mi Cristo llora diamantes", canta en Mio Cristo, antes de preguntarse: "¿Cuántos puños te han dado que pudieron ser un abrazo?".

¿Un recado para Rauw Alejandro?

Tras la ya conocida Berghain, su metáfora sobre un corazón que no ha encontrado quien estime correctamente su valor, llega La perla, el tema más accesible en su lectura, un ejercicio muy irónico en el que clama contra un "terrorista emocional" que se vende muy caro, aunque es "una decepción local".

"Es una perla, una de mucho cuidado", denuncia Rosalía, que da la pista de a quién se dirige cuando algo más adelante comenta que llevó su nombre grabado en las costillas, una posible alusión al tatuaje que se hizo como una declaración de amor a su expareja Rauw Alejandro, con el que canceló su compromiso de boda ("Nadie tirará arroz al cielo", canta en Focu ´ranni).

Rosalía se plantea "renegar de este mundo" por ver si "en un mundo nuevo encontrará más verdad", pero especialmente a partir de la dulce 'Sauvignon Blanc' decide que el camino es el de entregarse a un amor místico y más puro, el amor a uno mismo, y entrega por ejemplo La rumba del perdón.

"Ya me liberé / Te liberé", entona antes, no obstante, en la empoderadora Novia robot, otra de las canciones más directas y contagiosas, en la que afirma orgullosa que nació para rebelarse y que si ella se pone guapa es "pa' mi Dios" y no contra quien pretende cortar su libertad.

"Él lo que quiere es el poder / No entiende que nosotras nacimos con él", subraya.

Lux concluye con Magnolias, una fantasía habitual entre los vivos, la de imaginarse el funeral propio. En este caso, uno al que acuden hasta sus "enemigos" y en el que Rosalía pide que le arrojan las flores del título y azúcar moreno al ataúd, en paz consigo misma y su legado en esta tierra. 

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