El imposible divorcio entre las dos primeras potencias mundiales
Se habla de un pedido chino a Boeing
Ha llegado la hora del apaciguamiento entre China y Estados Unidos. Este es el mensaje que intentarán transmitir Xi Jinping y Joe Biden cuando se reúnan en San Francisco el miércoles por la mañana, al margen de la cumbre de la APEC. Un alivio para las economías de las dos primeras potencias mundiales. Se necesitan más que nunca.
A pesar de las rivalidades geopolíticas y las tensiones de seguridad, a pesar de la guerra comercial iniciada por Donald Trump y continuada por Joe Biden, la disociación de las dos economías ya no está a la orden del día, dicen a coro estadounidenses y chinos. Jack Sullivan, asesor de seguridad de la Casa Blanca, lo dice bien claro: "Estados Unidos y China tienen economías interdependientes".
Janet Yellen, Secretaria del Tesoro, advierte que "una ruptura completa tendría un impacto negativo significativo en la economía". En Pekín, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores fue aún más lejos: "Nos oponemos a definir las relaciones sino-estadounidenses en términos de competencia". El diario chino Global Times, muy nacionalista, explica que el tema principal en San Francisco es la estabilización de las relaciones económicas entre ambos países para impulsar el crecimiento mundial.
Ambos líderes atraviesan una fase delicada en el frente interno, y necesitan más que nunca buenos resultados económicos en casa. En Estados Unidos, a un año de las elecciones, las encuestas muestran que a los estadounidenses no les convence la Bidenomics. Para mantener el asombroso crecimiento que está experimentando Estados Unidos, es vital aliviar las tensiones que podrían perjudicar a la economía estadounidense.
En Pekín, Xi Jinping se está haciendo a la idea de que su país no superará a la primera potencia mundial tan rápidamente como se esperaba. Ahora que el crecimiento se agota y el desempleo se dispara, sobre todo entre los jóvenes, no es el momento de entrar en guerra con un socio comercial tan valioso: el mercado estadounidense es una salida vital para mantener en funcionamiento las fábricas y revitalizar la actividad dañada por la crisis inmobiliaria.
Pekín ya ha hecho un gesto de buena voluntad al importar hace unos días una gran cantidad de soja -tres millones de toneladas-, una oleaginosa que China suele comprar a Brasil, donde es más barata. También se habla de un pedido chino a Boeing, el fabricante de aviones actualmente desairado por las compañías aéreas chinas.
A cambio, Pekín querría que se levantaran las restricciones a las exportaciones de semiconductores. Pero seguramente en vano, Joe Biden acaba de volver a confirmarlas. Por otra parte, una relajación de las tensiones podría volver a atraer a las empresas estadounidenses al mercado chino. A la cena organizada en honor de Xi Jinping asistirá un grupo de grandes consejeros delegados muy implicados en el mayor mercado del mundo, como Elon Musk con Tesla. Sus inversiones y compras son más bienvenidas que nunca para apoyar el crecimiento chino.
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