El dominicano Elías Calzado una joven promesa de la robótica y la informática en EE. UU.
A los 14 años, el joven dominicano ya había construido un robot virtual

Con tan solo 11 años, Elías Calzado Carvajal armó su primera computadora ensamblada en una caja de zapatos. Un año más tarde, logró venderla. Esta hazaña ocurrió poco después de emigrar a Estados Unidos junto a sus padres y su hermano menor. Sin embargo, su pasión por las matemáticas y la tecnología había comenzado mucho antes, en Santo Domingo, República Dominicana, su tierra natal.
Elías recuerda que todo inició con un videojuego que jugaba junto a su hermano y su primo: Minecraft, un simulador de construcción que, hasta hoy, sigue siendo uno de sus pasatiempos favoritos.
"Eventualmente yo quería hacerles cambios a los juegos. Ahí me introduje un poquito a la programación, y fue escalando. Cuando llegué aquí, ya tenía la confianza en mí mismo para empezar a tocar códigos", explica.
Ya instalado en Orlando, Florida, convenció a su madre de prestarle 300 dólares para comprar piezas de computadora. Con ayuda de videos en YouTube, aprendió el proceso de construcción.
Una semana después, no solo logró armar el equipo, sino venderlo, obteniendo una ganancia de 120 dólares. Con ello devolvió a su madre la inversión y, con apenas 12 años, empezó a forjar el camino que marcaría su vida.
Hoy, con 21 años, Elías no solo cursa una carrera universitaria, sino dos: Ciencias de la Computación e Ingeniería en Computación en la Universidad Central de Florida, una institución reconocida entre las tres mejores del estado y ubicada en el top 50 de innovación y excelencia académica en Estados Unidos.

La calidez de la isla y el reto de adaptarse
Aunque emigró con apenas 10 años, Elías conserva vivos los recuerdos de su infancia en República Dominicana. La mudanza a un vecindario tranquilo y silencioso en Florida supuso un cambio radical. No hablaba inglés, y esa barrera le hizo difícil los primeros meses.
"Los primeros seis meses yo entendía el inglés, pero no podía hablar. Me daba vergüenza abrir la boca", confiesa. La distancia con sus primos y tíos en Santo Domingo también le pesaba.
- "Si me daban la opción de volver a la República Dominicana, yo volvía. Porque fue fuerte tener que estar aquí, sin conocer a nadie en el colegio y sin entender a la mitad de la gente", recuerda con franqueza.
El refugio lo encontró en las computadoras. Desde pequeño había visto a su padre, ingeniero informático, rodeado de máquinas. En casa nunca faltaba un computador, y entre juegos, curiosidad y creatividad, se fue sembrando la pasión que más tarde se convertiría en vocación y, pronto, en profesión.
Elías también guarda reflexiones sobre la educación que recibió en ambos países. Para él, la dominicana era más exigente y activa.
"Siempre me han gustado las matemáticas, y cuando empecé a coger clases aquí yo sentía que ya había aprendido eso en Santo Domingo, y ahora era que esta gente lo estaba aprendiendo. Fue frustrante, porque sentía que me iba a quedar atrás mientras mis amigos en República Dominicana avanzaban".
Su percepción cambió al llegar a la universidad. Allí descubrió oportunidades que antes no había imaginado: becas, clubes, programas de investigación y pasantías.
"La educación aquí es más cara, pero hay más recursos. Mi universidad tiene programas increíbles, clubes que hacen cosas impresionantes. Y el tema de las pasantías es algo muy grande e importante aquí", señala.
Un futuro lleno de proyectos
El joven que a los 14 años creó un robot virtual, ahora ha iniciado un canal de YouTube donde explica cómo crear dispositivos tecnológicos útiles para el día a día. Su objetivo es compartir el conocimiento y motivar a otros a experimentar con la tecnología.
"Sin ser un experto", como él mismo se define, tiene una visión clara: la tecnología necesita regulaciones. "La velocidad con la que avanza la inteligencia artificial no es estable. A mí me gusta usarla porque me ayuda. Yo puedo estar programando algo, encuentro un error, y aunque la inteligencia artificial me dé una respuesta incorrecta, me apunta en la dirección ideal. Eso me permite llegar a la conclusión correcta más rápido".
La historia de Elías es la de un niño que emigró con miedo y nostalgia, pero que encontró en la tecnología un motor para adaptarse, crecer y soñar. Hoy, mientras cursa dos carreras universitarias y comparte sus proyectos, sigue demostrando que, con curiosidad, disciplina y creatividad, los sueños de infancia pueden convertirse en realidades que transformen el futuro.
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Karen Veras